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16/9/17

MONEDA. MICRORRELATO GANADOR SEMANAL DE WONDERLAND


Tomada de la red.



Hipnotiza la estela de agua. Camino de mar que deja el ferry. El día pierde la Laguna Azul en la distancia. Muere un poco, plácida la tarde. Los móviles quieren captar los azules, los verdes, los tierra. La belleza enlatada y lista para mostrar a una vuelta más de vida. Y que no se desvanezca entre los frágiles hilos de la memoria. Con suerte, puede que la invasión que amorece los sentidos aflore. Hora de abandonar el barco. Y entonces la puerta cortafuegos que se cierra de golpe sobre la muñeca. El dolor intenso y un hueso roto. La vida.


http://blog.rtve.es/files/lart-descriure-16-setembre-2017.mp3

18/3/17

DIÓGENES. MICRORRELATO GANADOR DE LA SEMANA EN WONDERLAND

Tomada de la red.

Prisionero de sí mismo, como polilla de alas quemadas por la luz, golpeándose contra el cristal de la lámpara. Va pisando las pulpas, debilitado, borracho con los efluvios acres y dulzones, pero no quiere dejarse caer en el pasillo, ni en la cocina, tampoco en el baño. Pasa por el salón, sorteando una montaña de tinta y papel, vendimiando bolsas, deshechas, negras, donde crujen los caparazones de los insectos que se multiplican. Desfallecido, llega a la habitación, y se tumba en la cama junto a los huesos sepultados por tirabuzones resecos.  A ella siempre le gustó el zumo de naranja.

Para escuchar el audio, pinchad aquí. A partir del minuto 44:35. 

FINALISTAS

 
ADOLECER
Todo es pequeño, lejano, sin aristas. Sopla una brisa suave y cálida esta noche. Si miro hacia arriba, en la oscuridad se abre un camino blanco que invita a seguirlo hasta el final, en silencio, con una gran paz, sin miedo. Si miro hacia abajo, veo los coches como juguetes infantiles y a las personas cual muñequitos inofensivos. Las luces de las farolas iluminan sin herir. Alguna risa de la vecina del cuarto culebrea edificio arriba. ¿Qué coño haces ahí afuera? ¡Entra de una puta vez!, me grita mi padre. Me subo a la barandilla y abro los brazos. Vuelo.


SENSIBILIDAD
A la joven forense, aún le duele su trabajo. Refresca y lava las lágrimas de su cara con agua fría y hace los ejercicios relajantes de respiración. Luego roza con la punta de los dedos la frente del anciano antes de ponerse los auriculares y los guantes. Mientras escucha «Alhambra» de Sarah Brightman, corta, pesa, mide y da tejidos a analizar al patólogo. A mediodía, el cadáver parece el viejo cascarón de un barco. No tiene hambre. Deja el sándwich envuelto en plástico sobre la mesa metálica, y redacta el informe: «Causa de la muerte: sobredosis de tristeza por abandono».

26/2/17

PÁJAROS EN LA CABEZA. RELATO GANADOR DE LA SEMANA EN WONDERLAND




 

Tomada de la red.


PÁJAROS EN LA CABEZA

Una tarde, mientras observaba el vuelo de los vencejos, a Mariana le nació una idea propia en la cabeza. El padre, nada más verla, la podó con las tijeras. Al poco tiempo,  cuando estaba en la escuela, a la hija le salió otra. « ¡Yo quiero una!», gritó una compañera al verla.  Comenzaron a brotar en todas las niñas del pueblo.  Y aunque tardaron un poco más en llegar, al  final también germinaron en las madres.  A pesar de los esfuerzos de los hombres por extirparlas, las ideas se hicieron fuertes y no hubo herramienta capaz de acabar con ellas.

A partir del minuto 42:35. Para escuchar el relato, clicar aquí

FINALISTAS DE SEMANAS ANTERIORES

INVASIÓN

Hacía un tiempo que se despertaba desarbolada. Sentada en la cama, cruzaba los brazos sobre el pecho como si tuviera que protegerse de un enemigo invisible. Porque estaba sola. Lo comprobaba nada más levantarse, con un recorrido por toda la casa. Después, entre sorbo y mordisco de tostada, mientras veía la vida bullir a través de la ventana, volvían hilachas de recuerdos amodorrados por no sabía qué elementos o sustancias, sombras que se acercaban a su cara, que se movían por la habitación, livianas, sin hacer ruido. Y volvía a sentir el frío como hoja de cuchillo en la garganta.


DESIDIA

«Llueve mucho», dice al preguntarle dónde ha estado. Siempre con evasivas. Ocho años «hablando» y bajo amenaza de dejarlo, pasó por la vicaría. Nació Carlitos de la pereza que le daba ponerse el condón. Después se quedó en el paro. Así llevamos otros siete años. Yo, deslomada, y él sin dar palo al agua. En cuanto le digo que busque trabajo, me sale con otra cosa. Lo último que hice por él fue guardarle la ropa y cerrar la cremallera. Pero ahí sigue desde hace semanas, sentado en su sillón, con los calcetines sucios y la maleta en la puerta.

12/6/16

RELATO GANADOR DE LA SEMANA EN WONDERLAND Y ALGUNOS FINALISTAS

EXPIACIÓN


Desde jovencita. Levantaba la mirada de la costura y observaba la caída de la tarde preñada de vencejos que parecían ir a estrellarse contra el brocal del pozo. Luego remontaban. Disfrutaba con tanta belleza. Entonces recordaba las palabras del cura, duras como mármol, contra los pecados de la carne, y agachaba la cabeza, cogía la aguja y el hilo y se daba una puntada o dos en la piel de un dedo de la mano. Ahora lleva los brazos cosidos en negro, desde las muñecas a los hombros. Y no hay ser humano que quiera toda su vida de penitencia.
 
 EL DOMADOR DE ÁCAROS
Los guardaba en un trapo de limpiar polvo, dentro de una caja de zapatos. Cada vez que se abría un bote de jarabe, recogía las arandelas de plástico que se separaban de los tapones, las colocaba frente al trapo y ordenaba a sus invisibles amigos que saltaran por el aro. A mí aquello me parecía excesivo pero mi madre lo tenía muy consentido y lo dejaba hacer. Cuando comencé con estornudos, lagrimeo y congestión nasal, ella tuvo que intervenir. Me dio algo de pena ver a mi hermano llorar mientras miraba el trapo girando dentro del tambor de la lavadora. 

ELEMENTO
El mar, bravo y salvaje, allana y pequeñea la media luna de arena. El sol, cegado de nubes, desdibuja el sombrajo del tragador de infancias. La oscuridad que acecha, ávida desde media tarde, emerge en el horizonte, se desliza y arropa la última infamia. El agua, lastrada de sal y polvo de conchas, juega y tira de un rizo encaracolado de niña. Dale tiempo y trabará su cuerpo con nudo de algas y redes perdidas de marinero. Poco a poco, como si de verdad la quisiera, tirará de sus brazos, volteará sus piernas, la arrastrará y se la llevará entera.

EXPULSIÓN DEL PARAÍSO

Me acurruco en el rincón más oculto dentro de la gran casa. Meto la cabeza entre las piernas dobladas y pongo la barrera del sonido con mis manos en las orejas. Los ojos y labios cerrados y prietos, la pinza en la nariz y los poros de la piel sellados. Y aun así, entra a borbotones el cieno de la ignominia. Mientras aquellos que podrían rescatarlos, firman el desahucio masivo. Mientras en la gran familia que somos, no todos levantan la voz y luchan. Algunos ríen y besan, como si nada pasara; a otros, como yo, nos puede la cobardía.

 NIÑO SOLDADO
Todavía algunas veces huele a sangre mi piel, a pesar del humo a cigarrillos y del hedor de la gasolina; a pesar de la carne perfumada, del queso fundido sobre la hamburguesa y de las patatas fritas haciéndose. Huele a niño perverso en mi pesadilla. Siempre la misma, esa en la que levanto la cabeza y les miro a los ojos mientras disparo a sus pies y espero a que se pudran las heridas. Luego remato.
Amanece. Lleno la bañera y me hundo en la espuma. Froto con la esponja hasta desollarme y parece que se va. Pero siempre vuelve. 

10/4/16

GANADOR SEMANAL DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS NEGRA Y CRIMINAL




GOURMET


Hojeaba en la librería restaurante una novela de Mankell, atento al menor intento de fuga, cuando la cabeza rodó por el suelo. De un puntapié, Coral la estrelló contra los anaqueles de libros de aventuras marinas. Cayeron en estrepitosa desarmonía. A punto de ahogarnos, la rapidez de un empleado, recogiéndolo todo, evitó la tragedia. Volvimos a lo nuestro en una calma chicha que enseguida rompió la niña de la falda vaquera. Y todo por un príncipe sin encanto que huía del zapato lanzado por la segundona del cuento. El guarda jurado movió su metro noventa para restablecer el orden a golpe de porra y bofetadas. Luego ocurrió lo de la abuela que curioseaba con la nariz metida entre fotografías de rottweilers, bullterriers y dogos. No se pudo aprovechar nada.
     Aquel mediodía, el cliente despistado era un chico con un ojo oculto tras un flequillo negrísimo y desfilado. Expectantes, lo vimos acercarse a la sección de libros de terror. Casi lloramos de emoción cuando la sierra hizo su trabajo.
     Olía de fábula aquel asado. Y el sabor era exquisito. Lástima que Coral bajara la guardia con aquel libro de ciénagas y cocodrilos; me habría gustado comer acompañado.


Para escuchar el programa clicar aquí

30/11/15

VIDAS. MICRORRELATO GANADOR DE LA SEMANA EN WONDERLAND

Un gran orgullo que este microrrelato haya sido elegido como ganador de la semana.
Si queréis escucharlo, a partir del minuto 34:52, pinchad aquí. 

Tomada de la red.





VIDAS
Viernes trece, inicio de fin de semana. Después del trabajo, va a su piso y se ducha; escoge sus vaqueros preferidos, la camiseta ajustada, la cazadora de cuero y las deportivas nuevas, y se dirige a la discoteca. Hoy, concierto. Una buena ocasión para disfrutar. Comienza el horror. Ropa y calzado teñidos de rojo. Su mundo acaba.
     La vida amenazada. Cualquier día de la semana oye el silbido que barrunta la explosión. Espera, conteniendo la respiración. Escucha el temblor de los muros cariados.  Respira aliviada. Hoy acabará la angustia. Hoy se librará del miedo. Hoy, sábado catorce, llegó su hora.

27/9/15

II PREMIO DEL II CONCURSO DE DIARIOS DE VIAJE «NÓMADAS»


Muy contenta. Los productos de Karlovy Vary, muy buenos, el broche, una pasada de bonito y el libro de gran calidad, hacen que sea un buen premio.

Os dejo la página donde está recogido el fallo del jurado y el podcast con el programa donde, además de la entrevista, podéis escuchar a partir del minuto 42:53 la dramatización del relato. Pinchad aquí.

Y aquí el maravilloso vídeo sobre Tharsis que me ha dedicado Juan Leante.



28-agosto-2012

    



     Ahora que estoy a punto de llegar, remoloneo y voy lenta en el recorrido de los escasos kilómetros que me separan de mi destino.

     Casi un mes. Al principio me costaba seguir las vías. Me pesaba el silencio humano, los trinos melancólicos de los pájaros en retirada por las tardes, el enloquecido sonido de las chicharras a mediodía, el cri-cri de los grillos durante las noches. Pero siempre he gozado de la plenitud y grandeza de las acampadas, durmiendo al raso, de cara a la inmensidad de las estrellas.

     A dieciocho kilómetros día. Ese era el promedio. Pero conforme pasaba el tiempo, iba bajando la media. Ni calzado adecuado, ni buenos calcetines, han evitado las ampollas y las rozaduras. Y este espantoso calor. Sudo y el sudor atrae a los mosquitos y se pegan a mi piel. A pesar de la crema protectora, me he quemado la piel de los hombros y he desvariado varias veces, por algo de insolación. Y sin embargo, qué bello este paraje.

     Me pesa la mochila. Me cobijo debajo de una encina. Bebo un trago de agua caliente y como un poco de pan y queso. Descanso un rato, después continúo andando. Sigo el trazado de las vías. Observo el paisaje.

     Parece una herida sin sutura de la que mana sangre. A trechos, oscura como de cadáver de muchas horas, otros, con tintadas verdes, de mar profundo. Kilómetros de charcos, bifurcaciones, y lavaderos de minerales arrancados por manos y máquinas, donde los insectos se ahogan y la vegetación muere envenenada, seca de vino y sol. Una escalera de hierros paralelos y travesaños rajados orilla el cauce hasta las minas de cráteres gigantes. Y la balsa azul que invita al baño, al trago, a quedarse para siempre, siempre.

     Herrumbre y polvo de piedra. Vías muertas donde se oxidan los últimos vagones. Talleres y oficinas de puertas agrietadas y ventanas con cristales como cuchillas que salen de los marcos descascarillados. Radios, botas, máscaras y papeles. Abandono. Tharsis: final de trayecto.