30/1/13
27/1/13
MALOS TIEMPOS
Fotografía tomada de la red. |
Se ha puesto duro el cielo. Acero que no abre ni un pasillo al sol. Vas
temblando por la acera y sientes que no tienes pies y que en cualquier
momento echarás un paso y asentarás el tobillo y se romperá el hueso. Se
ha puesto duro el tiempo. Tanteas con cuidado los cuadraditos del suelo
y pones la planta del derecho y luego la del izquierdo. Al hacerlo
mueves los pequeños cristales de hielo de tus piernas y sientes los
pinchazos y el dolor. Avanzas. Mis primos se tocan sus orejas hinchadas y
rojas. Lloran en el pasado. Mi prima vuelve con un cesto de mimbre en
la cabeza lleno de ropa lavada en el arroyo; lo suelta en el zaguán,
corre a la chimenea y pasa sus manos azulonas por las llamas. Llora en
el pasado. Cruje la escarcha sobre la hierba del parque. En la fuente,
una lágrima se ha congelado. Volvemos a casa.
20/1/13
AIREAR UN SECRETO
Cementerio judío. |
Nada de aquello habría ocurrido si el huracán Pitufo no hubiera entrado
en el cementerio. Mariavi, en el DNI María Vicenta, quiso llevarse el
secreto de su juventud a la tumba. Y lo consiguió durante unos años. El
Pitufo debió conformarse con tirar algunos alcornoques y seguir su
camino hasta morir en el mar. En lugar de eso, sacó la puerta de los
goznes que chirriaron de espanto, zarandeó y provocó los lamentos de
cipreses arrancados de cuajo, se metió por los caminos levantando
lápidas y tierra en remolinos que dejaron al descubierto las tablas
podridas de los ataúdes más viejos. La serpiente intentó escapar por una
galería hasta su cubículo al lado de la calavera del tío Antón donde
también se refugiaban un puñado de gusanos. A todos sacó el Pitufo de
las entrañas de la tierra. Voló tejas y sopló nichos derribando cajas y
bolsas de El Corte Inglés con huesos de difuntos antiguos. El cementerio
quedó sembrado de esqueletos enjoyados, con mandíbulas atadas con un
pañuelo, vestidos con traje, en pijama, envueltos en sábanas, con y sin
harapos, amarillos, blancos, cenicientos. Un desparrame de muertos.
Cuando todo se calmó, vinieron los vivos para certificar el sacrilegio
del Pitufo, y entonces fue cuando descubrieron el secreto de Mariavi.
Dos costillas flotantes de menos y entre las que quedaban, dos prótesis
de silicona que aún temblaban del susto, unos hilos de oro debajo de las
fosas nasales y unas fundas protegiendo cada diente.
13/1/13
EL ENCUENTRO
Tomada de la red. |
En este tiempo que la carnalidad nos concede, tú serás Amapola. Me gustan los campos de amapolas cimbreándose con el aire suave de la primavera. Así nos los presentan siempre, y yo imagino su olor y la textura de sus pétalos entre mis dedos.
No dejo de mirarte. Das un sorbo y no paras de hablar. Otro. Te muerdes el labio inferior. Trago largo. Lo sueltas, húmedo y rojo. Sube desde la hondura de una pasión avivada por el vino, un tictac rápido, golpeteo que acucia a mi lengua. Un mechón de zanahoria te cae y cubre media cara. Desvío la mirada al poso de mi copa. Pero me llega, como melaza, el susurro de tu voz. Cojo la botella y vuelco la nada. Comería esa fresa ahora. La mordería hasta sacarle su jugo y llenarme, y empaparme y mezclarlo con el vino que aún queda retenido en mi boca. Soplas. Tal vez sientas el fuego. Pero si hiero la pulpa sentiré el regusto metálico de tu sangre. Y no quiero. Me debato en dudas que se destilan en el aire dulzón de esta tarde de primavera, cuando al fin te tengo frente a mí. Y yo ando medio loco por coger tu labio de cereza con los dientes y guardarlo dentro de mi cueva húmeda y caliente. Miras el reloj. Ya van dos veces. A la tercera te levantarás, lo sé. Veo tu copa, medio llena, o medio vacía, según se mire. Reprimo el impulso de saciar mi sed. La cojo y te la ofrezco.
-Bebe- ordeno, o suplico, no sé.
Y obedeces sin sentir. Y mientras lo haces, me miras y entonces veo el brillo de tus ojos marinos, brillo de fiebre, Amapola. Intentas resistir. Levanto el índice y empujo levemente, como un soplo, una caricia, la base de cristal. Sonríes un poco y una lágrima carmesí se desliza por la comisura de tu boca. Cierras los ojos y tragas suave el néctar con el que te conquisto hoy, día en que salimos de nuestro encierro virtual para tocarnos, para sentirnos, para ser. Como esas personas que ahora entran en el Cyber y se sientan a nuestro lado, sin vernos, sin mirarnos siquiera, como si no fuéramos tú y yo más reales que ellas. Te levantas ahora, y miras hacia la pantalla, sabedora de que, si pasa el tiempo, si no se cumple el acuerdo de este juego de amor, desaparecerás para siempre, los dos nos desintegraremos en miles de puntos luminosos. Y ahora sí. Me levanto contigo y me pego a tu cuerpo de canela porque así lo imaginé y abro tu boca con la fuerza del deseo tanto tiempo retenido. Y durante la brevedad de unos segundos robados al dios Baco en connivencia con Eros, dejamos de ser Loquita de atar y Prisionero, antes de volver a quedar atrapados en el espacio, antes de mirarnos, cómplices, sabedores de que somos criaturas carnales, digan lo que digan los de ahí fuera.
8/1/13
NEGROS POR FUERA, BLANCOS POR DENTRO. GANADOR DEL CERTAMEN DE MICRORRELATOS CONVOCADO POR EL MICROTALLER LA BELLA VARSOVIA
¡Yo sola!, gritó. Un piececito sobre la babucha, el ímpetu de una rodilla en el hueco de la entrepierna, y se sentó en su regazo, muy modosita. ¿Qué traes?, preguntó Él con un hilo de voz. La niña María le entregó la carta mientras, asombrada, le miraba los dos senderos blancos por donde se abrían paso en la negritud, dos lágrimas.
http://www.radiocordoba.es/facebook/Taller_microrelatos.mp3
4/1/13
ESOS CHICOS TAN ESPECIALES
Tomada de la red. |
En el almacén del centro, entre pijamas, chandals, batas y cajas con calzado sanitario y deportivo, esperan empaquetados: seis pelotas hechas con los globos rotos del último carnaval; cinco muñecas confeccionadas con faldas, pantalones y jerseys viejos; sesenta tetrabriks de leche, tomate y sopa, transformados en máquinas y vagones de trenes; cien pasadores de pelo, que nacieron de las cápsulas de café, con formas de ositos, nenúfares y caramelos; cincuenta prendedores y broches, del plástico de botellas, que brotaron de los dedos de educadores y técnicos como flores en primavera; y muchos camiones, coches y casitas que salieron de los cartones de las cajas de embalaje. Los trabajadores cosieron capas con forros de abrigos desechados, recortaron y pegaron cartulinas que acabaron en coronas, y realizaron las barbas con el algodón de enfermería. En Navidad, reciben en sus tronos a los chicos de ojos rasgados y lenguas torpes. Llevan en sus manos las cartas a los Reyes Magos.
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