Anoche tuvo su último
sueño paralizante. El monstruo estaba allí de nuevo, en la habitación. Intentó
gritar, pero no salió ni un sonido de su boca. Quiso llorar, tampoco había lágrimas
para sus ojos. Como otras veces, se preguntó si estaba despierta o soñando.
Soñando, se dijo. Pronto despertaré y todo será una pesadilla. Esto la
tranquilizó algo. Sin embargo, no lograba salir de la parálisis por mucho que lo intentara. Tampoco recobraba la voz. Fue antes de que sintiera el
movimiento de su madre en el cuarto, el ruido de la silla, su llanto. Y aquel
olor a cera.