Tomada de la red. |
Él era mi héroe, un
fotoperiodista de prestigio. Pero, en su situación de confinamiento obligado, se
aburría y no paraba de incordiar. Entre su enfermera y yo decidimos procurarle
una distracción. Le aclaro que fue una medida cautelar para que no acabara cazando
moscas. Se hizo con todo un glosario de términos y definiciones de
criminología. Al principio nos hacía gracia verlo de día y de noche espiando con
su cámara a través de la ventana. Luego comenzó a preocuparnos con sus deducciones
y órdenes de registros. Decidimos contarle la verdad, señoría. Quedamos en el
apartamento. No podíamos saber que había decidido sentenciar a muerte al que
creía un asesino. Y ya fue mala suerte que Raymond entrara el primero. A Stella
y a mí, nos dejó heladas cuando le disparó a quemarropa. Ni tiempo para
explicarle a Jeff que todo había sido un montaje de película.