El magistrado no tenía miedo de
nada ni de nadie y poseía una constitución fuerte, como de aizkolari, por eso
chocaba verlo usar pañuelos de papel para absorber tanta sensibilidad. Porque aunque
en sus treinta años de judicatura nunca le tembló la mano a la hora de impartir
justicia, no era raro que mientras mandaba, ya fuera a un ratero o a un joven
alborotador de la izquierda abertzale, cumplir la mayor condena que estipulara
la ley, algún brillo y lagrimilla empañaran sus ojos. Soy, decía parado frente
al espejo cada aniversario de su primer juicio, severo pero compasivo. Lo que
ocurrió en aquella convención en Leioa, regada con abundante txakolí, habría quedado claro cuando lloró a mares el
día que dictó sentencia contra Aitor el Justiciero, hijo de aquella fiscal de pelo corto y mirada
larga. Pero los que llenaban la sala pensaron que el señor juez chocheaba o,
como mucho, se estaba pasando con el teatro.
28/11/18
11/11/18
MATAR A DISGUSTOS
Has ido demasiado
lejos, Rosalía. ¡No, no quiero que te enfurruñes! No digo que no tengas tu
parte de razón, que seguro que la tienes, pero no puedes hacernos esto a tu
madre y a mí. ¡No, no puedes! No aprietes los labios. Sí, los estás apretando,
que lo sé yo. Desde que eras una mocosa siempre tan peleona, tan…sí, Rosalía,
sí, tan testaruda. Que decías por ahí meto la cabeza y ya lo creo que lo
hacías, aunque te quedaras atascada en el agujero del muro de adobe del patio.
¿A que te acuerdas? Tuvimos que agrandarlo con un mazo para que no te
asfixiaras. ¿Y de aquella vez cuando le devolviste la bofetada a doña Paquita?
¡Que tuvo tu madre que hacerle una visita nocturna a don Julián para que no te
expulsaran del colegio, Rosalía! No das tregua. Porque a ti te gusta la novedad
y por ahí te enganchan… No, no, no quiero decir que esto sea una novedad ni
mucho menos. No te enfades que se te está poniendo un color de cara espantoso.
Pero ¡eso de ir al cementerio con tus amigos y amigas- ¿ves? no me olvido de meter
el femenino- con botellas de cerveza y ron...! ¿Qué?, bueno, bueno, era alcohol al fin y al cabo. Y
comida por llamar algo a lo que coméis los jóvenes hoy en día. ¡Vale, que no,
que no voy a empezar con discusiones! Hoy, no. Pero estarás conmigo que utilizar
como mesa la lápida de la familia Molina- tan querida en el pueblo- fue un
sacrilegio. ¡Había que ver cómo lloraba doña Francisquita!
Ya estoy de vuelta. Sólo unas pocas migas con torreznos y
chorizo. Eso es lo que he comido, sí. ¿Que tengo el colesterol alto y no me
viene bien? ¿Tú no haces lo que te da la gana?, pues yo también. Te he
preparado granada con naranja, que sé que te gusta. Yo, no tu madre, yo. ¿Te
das cuenta? ¡Anda, déjalo ya! ¿Si tienes razón en lo del machismo?, claro que
la tienes. No, no lo digo para que me hagas caso ahora, pero debes comprender
que son muchos años…¡Que sí, que son siglos! En estas circunstancias y sigues
tan puntillosa como siempre. El viaje, ese viaje a un campamento de jóvenes te
cambió totalmente. Aunque antes ya habías hecho alguna cosa, como aquella vez que
te plantaste ante la puerta del cuartelillo donde estaba detenido el Niño de
Perea por haberle dado una paliza a Eduvigis que casi la mata. Tú sola gritando
que salga el cabrón que le voy a quitar las ganas de pegar a las mujeres. Me
llamaron para que fuera a buscarte. Y bien que te resististe a volver a casa.
Un mes con sus treinta días estuviste sin hablarme.
Están cayendo las sombras en el chaparral, Rosalía, hija.
Ya se ve venir la noche de las ánimas, y aún sigues ahí tumbada. Anda,
levántate de ese ataúd que encargaste a Pepe el carpintero y, por una vez, da
tu brazo a torcer. Es mala combinación la estadística con tu cabezonería y la
lucha feminista. ¿Lo he dicho bien? Sí, lucha feminista.. Que mueran más
hombres que mujeres en el pueblo no es
razón para que decidas sacrificar tu vida por aquello de… ¿cómo era?, sí eso de
la paridad. ¿No ves que es un disparate? Mira, hoy he escuchado en las noticias
del telediario que en México mueren muchas mujeres a manos de desalmados que
luego las entierran en el desierto. Seguro que son muchas más que hombres, ¿
matarías mexicanos para equilibrar la balanza? ¡¡No, no he dicho nada!! ¿A
dónde vas Rosalía, hija? ¡¡Vuelve, no le des más disgustos a tu madre!!
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