Como ya os adelanté con el Certamen Navideño, esta es la última vez que realizo la actividad de cuentos con los usuarios del centro donde trabajo. El plazo para este concurso finalizaba en octubre y ya estaban enviados los relatos antes de que decidiera dar fin a dicha actividad.
Agradezco a Pepe Colmenero, presidente de la Fundación Anade, el reconocimiento público que hizo de mi trabajo el día de la entrega de premios. Gracias, Pepe y hasta la vista.
PREMIO AL RELATO MÁS HUMANO
UN
HOYO CON PECES
Encontré una piedra en el
camino. Le di un puntapié y la piedra se rompió. Me quedé sin piedra. Los dos
trozos se cayeron en un hoyo. Llegaron unos chicos, las iban a sacar pero no lo
hicieron porque era un hoyo muy hondo. Había palos y truchas vivas nadando en
agua de pozo. También un delfín y focas.
Me gustaba el hoyo y lo que
había en el fondo, pero no me tiré porque estaba muy hondo.
Vicente Sedeño Jiménez
FINALISTA
EL
ARMARIO
El armario tenía vestidos y
abrigos.
Fermín colgaba las prendas
en las perchas y el armario se quejaba de que ya no era joven y le pesaban
mucho los abrigos. Así que un día, Fermín dijo que sería mejor tirar el armario
viejo y comprar uno nuevo. Cuando lo supo, el armario le propuso que lo
restaurara y lo forrara con un papel de los que se ponen en la pared, pero Fermín no le hizo caso. El
armario, enfurecido, le dijo que entonces mejor sería que lo echara al fuego.
Fermín cogió el armario y lo
tiró dentro de un camión. El camionero se lo llevó a su casa, lo encoló, lo
barnizó y colocó su ropa dentro.
El armario fue feliz en su
nuevo hogar.
Julia Pérez Carrión
RELATOS INCLUIDOS EN EL LIBRO
TRADICIONES
DE LA VIDA
Cuando murió la abuela, mi
madre sacó de la cómoda un anillo de latón y se lo puso en el dedo anular.
Tenía un significado muy especial para ella. Se lo regaló el abuelo cuando los
dos eran niños. Jugaban a que eran novios y él se lo hizo con la anilla de una
lata de Coca cola. A ella le hizo tanta ilusión que lo conservó toda su vida.
Lo llevó puesto hasta que el
dedo le creció mucho y lo tuvo que guardar en una cajita redonda. Sin embargo,
con la edad, la abuela fue encogiendo y el anillo le volvió a valer, pero no se
lo volvió a poner porque el abuelo había muerto y le habría traído muchos
recuerdos. Pero le hizo prometer a la hija que cuando muriera, se lo pusiera
porque quería llevarlo cuando se reuniera con el abuelo.
De niño, yo también jugué a
los novios con una vecina y le regalé un
anillo, en memoria de mis abuelos que habían sido felices, hecho con una chapa.
Mª Elena Moreno Cuervo
LA
FAMILIA FANTASMA
Esperaba en el andén a un
familiar que venía de Valencia cuando
cambiaron las agujas y apareció de repente un tren que se detuvo en la
estación.
Comenzaron a bajar personas
y cuando preguntaba por el familiar le hacían señas pero no hablaban porque
eran espectros, gente que llevaba muerta una hora más o menos.
Ocurrió que este tren
transportaba una caja y durante el trayecto se abrió y salió un muerto viviente que mordió a todos los
pasajeros y los convirtió en fantasmas.
Al ver a su familiar fue a
abrazarlo y no pudo porque era un fantasma y entonces se dio cuenta de que
todos lo eran. Los vio tan felices que quiso irse con ellos, pero para eso él
tenía que convertirse en fantasma. Cogió una rama, la afiló y se la clavó. Una
vez muerto y ya fantasma, y se fue con ellos a recorrer mundo y reclutar gente
para sacarles la sangre y tomarse unos chupitos.
Ángel Jiménez Núñez
EL
MUÑECO DE NIEVE
El día dos de junio comenzó
a nevar. Todos los chicos hicieron un muñeco. Le pusieron una escoba, ojos de
ratón y nariz naranja de plástico. Luego echaron una pelea a su lado y le
gritaban: “¡A que no me pegas!”. El muñeco se dijo a si mismo: “Llegará vuestra
hora. Entonces yo me reiré!”
Por la noche, cuando los
niños se fueron a dormir, el muñeco creció hasta los tejados de las casas y se
le hizo una boca enorme. Cuando los chicos despertaron fueron a verlo y él les
dijo: “¡Soy más grande que vosotros!” Los niños se asustaron y le pidieron
perdón por haberse burlado de él.
Entonces el muñeco les dijo que fueran con él
porque se sentía solo. Al principio no querían, pero él les prometió que les
contaría un cuento. Todos lo rodearon y él les contó: “Yo era agua y con el
frío me convertí en nieve y gracias a vosotros en muñeco. Mañana o pasado
saldrá el sol y me derretiré, pero viviré para siempre en vuestra memoria”.
Después de jugar mucho llegó la noche y se fueron a dormir.
Al día siguiente hizo mucho
calor y cuando los niños fueron a buscar al muñeco de nieve, solo encontraron
un gran charco de agua. Los chicos se quedaron llorando por quien sería para
siempre su amigo.
Ángel Jiménez Núñez