Tomada de la red. |
Meneos de camas y chirridos de muelles. Pétalos de rosa que
se desparraman en las praderas de las colchas. Orgullo de amor y sexo, consustancial
al ser vivo, que eclosiona en primavera. Pandemia de deseo que trepa por los
edificios, entra en los dormitorios, amorece los sentidos y provoca
ensoñaciones varias en todos menos en Romeo, desdichado muchacho sin su
Julieta, que levanta el teléfono y denuncia el jolgorio en la casa que cobija
mujeres y hombres de ropas ligeras, risas y dulces en las mesas. Y tras la
redada, todos tiemblan ante el juez entrado en carnes y años. Pero la pasión no
tiene edad. Sonríe, pícaro, el magistrado. Invita a Romeo a buscarse otra
compañera, y a los demás a solventar sus asuntos, impaciente por volver al
«temita» con su particular diosa.
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