Tomada de la red. |
Nosotros somos sus criaturas animadas. Baja el sol en un
pasillo de luz y amanece en las profundidades. Se abren en el fondo las
varillas de un abanico de color. Corales lilas, amarillos, granates, azules,
verdes. Grandes ramas de gorgonias donde se hospedan pequeños moluscos, como
las monedas del caribe. El pez ángel mueve sus aletas. Una barracuda busca su
desayuno. Los peces manta rastrean la arena. Trompetas y cofres se mueven entre
las esponjas. El mar bulle, hervidero de vida.
Nado. Hacia arriba. El haz me lleva hacia la superficie. En el cielo no
hay ni un jirón blanco ni gris que lo cubra. El sol brilla en todo su
esplendor. Me tumbo boca arriba, dejo mi cuerpo a la deriva como mascarón de
barco. Y flotando, en mitad de la calma radiante de una mañana hermosa, llego
sin buscarlo a la isla con palmera. Salgo del agua y me siento a la sombra.
Saco mi peine de coral y paso sus púas entre mis rizos, largos, largos, de
tantos y tantos años. Entreabro mis labios. Primero un susurro. Luego un tarareo
bajito. Pero la canción empuja desde dentro, se abre paso y sale a borbotones.
Dulce a mis oídos como el trinar de los pájaros. Se eleva mi voz, enredándose
en las ramas del árbol, sube hasta el cielo, se adentra en el mar. En el
horizonte asoma un barco. Viene hacia aquí. Y en la proa, como otras veces, un
capitán amarrado al mástil. El marinero, aterrorizado, se encierra en la
bodega. Sin nadie al timón, la nave se estrellará contra los arrecifes. Mis
canciones no son para buscar la ruina de ningún hombre. Mis canciones nacen del
gozo del verano, del sol calentando mi cuerpo, de la alegría de sentirme viva.
Y sin embargo sigue la leyenda.
4 comentarios:
Cuantas leyendas cuajadas de mentiras. En tantos cuentos de sirenas... o de lo que sea.
Qué bien, pero que bien escribes, Lola.
Aunque me lleves por caminos que como en el anterior, me dejan un poso, o muchos, de angustia.
Menos mal que este me ha hecho sentir la esperanza de que antes de que anochezca, seré capaz de escuchar un canto de sirena, sin sentirme atada al palo mayor.
Hay cantos bellísimos, querida Cora, sal al balcón y escucha.
Un abrazo sereno.
y sigo disfrutando de tus letras
Muchos besos agradecidos, Mucha.
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