Nadie escucha a la profesora. A través de la ventana,
Lorena sigue el vuelo de un petirrojo mientras rememora a su padre, en
cuclillas, abrazándola fuerte, antes de desaparecer de su vida. Marcos repasa,
una y otra vez, los errores que cometió en el partido del sábado y que llevó a
su equipo a la derrota. Álvaro, rígido y sin tocar el respaldo del asiento de
su pupitre, recuerda lo ocurrido en los lavabos esa misma mañana. Intenta
encontrar una salida diferente a la del salto desde el puente, que lo acosa en
los últimos días. Mientras, el grupo del fondo cuchichea, lo mira, le muestra
los puños y se ríe. Ajena a todo, señorita “Espíritu de la golosina” continúa
trazando rectas y ángulos en la pizarra, convencida de la importancia de sus
lecciones a la hora de formar a aquellos chicos y hacer de ellos excelentes
ciudadanos.
13 comentarios:
Y fijate que, a pesar de las horas horas y horas de clases y de mi edad, a mi todavía de ocurre que me disperso, me pierdo y divago.
Supongo que alguien pensará que es un fallo (mío, claro), en cambio yo cada día que pasa... más contenta.
La vida siempre puede más, o ha de poder más, aunque duela.
Besos
Los pensamientos van a donde la urgencia los llama, Luisa.
Abrazos con aroma escolar.
Muy bueno, Lola, muy real. Se siente el drama intenso del micro.
Me gustó.
Saludos.
Debe haber dos tipos de dispersión:
Una la de los que te dejan con la palabra en la boca. Y otra, la más provechosa, la de estos críos y sus asuntos.
Muy bueno.
Un besazo.
Muy bien captada la importancia de las cosas que no se ven y casi nunca se cuentan. Pura realidad.
Un beso
Me alegro, Juan Esteban, de que te llegara ese drama.
Hay, como bien dices, Juan, muchas clases de dispersión. Algunas, más bien mala educación.
Carmen, cada persona es un mundo interior.
Abrazos agradecidos.
Muy interesante este micro, lo realmente importante permanece oculto a los ojos de la profesora que sigue perdiendo el tiempo en nimiedades. Por cierto, algo muy típico de los adultos.
Muy buen micro Lola.
Abrazos.
Visto años después, efectivamente, han llegado a ser excelentes ciudadanos: Lorena sigue programas de la tele en vez de vuelos de aves, Marcos es fan de Cristiano Ronaldo y Álvaro esnifa soledades por los lavabos. La profesora, en cambio, desde su residencia de asistidos, ya no cree más que en la importancia de la merienda a media tarde. Genial, como siempre, tu capacidad para generar sensaciones.
Abrazos
Lola, con que maravillosa concisión retratas el universo dentro y fuera de este aula donde reina el ensimismamiento: el de la profesora y el de los alumnos.
A través de la abstracción de estos me sacas de clase y vislumbro unas vivencias dolorosas. Entre ellas, la de Álvaro es la que más me ha llamado la atención por alarmante y por la intervención urgente que precisa.
A través del ensimismamiento de la maestra me dejas en clase, pensando, por un lado, en la importancia de impartir los temas de tal forma que se atrape la atención de los alumnos. Por otro, en las carencias del sistema educativo actual en el que priman los conocimientos (sin duda, básicos para una buena formación) y se obvian aprendizajes tan esenciales como por ejemplo la educación emocional y en valores, que pienso son los que realmente contribuyen a ser buenas personas y ciudadanos.
Un relato muy rico en temáticas que me ha encantado.
Un abrazo.
¡Qué buena despripción de una clase de cualquier escuela. Con poquitas palabras has descrito mucho sentimientos y muchas vidas. Como siempre, es un gustazo pasar por tu espacio.
Besicos muchos.
Amando, tienes visión de águila.
Nenúfar, un análisis muy, pero que muy rico.
Nina, el gustazo es mío al encontrarte aquí.
Abrazos a mogollón.
Despiadado mundo el de los adolescentes escolares, con un sufrimiento solitario que en no pocas ocasiones les llevan al suicidio. Mientras leo el relato siento deseos de zarandear la representación de lo banal. Pero es que yo conozco el final
Querida Cora, el drama corre por aguas subterráneas a veces. Hay que estar antentos a lo que ocurre.
Abrazos variados.
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