Tomada de la red. |
El 1 de diciembre
del 1955, Rosa Louise McCauley de 42 años salió de un autobús para entrar en la
cárcel al negarse a levantarse para ceder su asiento a un blanco. Una decisión que
movilizó y organizó las protestas en Montgomery
que acabaron con la segregación racial en el transporte público.
Ese latido. El latido. Un
aviso de cuerpo y alma. Línea divisoria, sin tiza ni pizarra, paso adelante que
rompe la resignación, que aprieta, rechina los dientes y levanta la cabeza y se
niega a obedecer. Puños cerrados. Determinación. Resistencia a las amenazas. La
ley no engrilla. Engrilla la indignidad, la injusticia, la sumisión. Pequeños y
grandes latidos de heroínas que escriben la Historia.
4 comentarios:
Tanta gratitud para las que como ella, sorbiéndose el miedo, las consecuencias, el dolor... Tanto que deber a quienes cimentaron el ahora de tantas otras. Tan solo mi recuerdo en tiempos difíciles para la humanidad. Tiempos que provocan temblor de miedo no solo a enfermar, a morir, sino el que produce un odio que no viajaba solo en aquel autobús. Que prevalece entre nosotros.
El odio, ese gran enemigo de la libertad y la justicia.
Buena carga emocional, Cora querida.
Abrazos sin bichos.
Parece mentira que haya pasado tantos años de ese hecho, y aún el racismo sigue ahí.
Desgraciadamente.
Abrazos.
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