Tomada de la red |
La
momia ha vuelto a salir de caza.
Chapucera
y descerebrada,
trastabilla
por las calles deshabitadas.
Los
vecinos echan la tranca a las puertas
y
esperan a que todo acabe.
Juegan
al mus o al parchis,
tanto
da.
El
primer disparo de escopeta
aún
impone con su ¡Pum! que retumba
en
los riscos y vuelve como un gigante aterrador.
Y
sigue el pimpampún enloquecido.
Sólo
hay que esperar
arrullados
por el calor del fuego que nunca se apaga.
Llora.
La
momia llora.
Se
descorren cerrojos, se quitan trancas.
Un
otoño más que lo siente mucho.
Todos
se le acercan
la
rodean con sus brazos de sarmiento
y
sus corazones de barro.
Le
susurran, la consuelan, ya no importa.
Pero
antes, le quitan la escopeta.
Lo
saben.
Saben
que las armas las carga el diablo.
Lo
saben después de siglos de experiencia.
2 comentarios:
Esas historias silenciadas en los pueblos, secretos a voces... Felicidades.
Un abrazo.
Gracias, José Antonio.
Par de abrazos.
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