14/7/15

GOLEADA


 Tomada de la red.


El tercer gol que encajamos me lo perdí. Mi mujer se interpuso entre el televisor y yo. ¡Quita de en medio!, me impacienté. Se apartó, pero siguió hablando. Miriam, déjame ver esto, luego me cuentas lo que sea, le pedí. Ella, ni caso. Pellizqué el pan y eché los trozos en el caldo, sin quitar ojo al número seis que avanzaba como un viejo artrítico. ¡Así vamos! ¡Vete a tu casa, si no puedes! Me estaba calentando. Miriam continuaba dando la tabarra en sordina. Todos estos años… Y ni una sola vez… Pedía poco… Palabras sueltas que no me dejaban escuchar bien al comentarista. Y eso que gritaba como un verraco. Del plato a la boca, de la boca al plato, acabé con la sopa. Así te claves una espina. Ahora estoy seguro de que dijo eso, pero entonces interpreté ahí tienes la lubina. Cocinaba bien Miriam. Con el cuarto gol me tragué un trozo de guindilla. Y ella que si tal, que si cual. Estaba negro. Que te calles, mujer, que te calles un poquito. A esas alturas, el locutor estaba ronco y yo sudaba de rabia. Algo me distrajo unos instantes. Fue un destello metálico girando en el mantel. Pero volví a lo mío. El partido a punto de acabar. Cuatro a cero. Una vergüenza. Me bebí medio vaso de vino para contrarrestar el picante y entonces me di cuenta de que Miriam ya no hablaba. Salían los jugadores cabizbajos del campo cuando escuché el portazo. En la mesa, el anillo acababa de detenerse. Me incorporé a medias en la silla y estrellé el vaso contra el televisor. Mi mujer se había pasado con la guindilla.

10 comentarios:

Eloisa Pardo dijo...

Qué gusto leer historias, relatos, que te dejan ese saborcito en la boca! Enhorabuena Lola. Y enhorabuena también a la mujer del portazo. Estaba tardando, seguro. Un abrazote y feliz verano.

Juan Leante dijo...

Excelente reflejo de hasta donde llega el atolondramiento del personal. Y eso que no nos pagan.
Besos.

Cora Chiristie dijo...

No sé si es por la caló pero a mi me parece un sainete refrescante. Imagino que después ella regresa a por lo imprescindible y lo remata.
Besos

Lola Sanabria dijo...

Gracias, Eloísa, de mi parte y de la de esa paciente mujer que acaba por mandar a la mierda al cernícalo de su marido.

Ya sabes, Juan, aquello de los diferentes opios del pueblo.

Yo creo, querida Cora, que a ella le importa un comino todo lo que deja atrás.


Abrazos a repartir.

Nenúfar dijo...


Lola, si tuviera que resumir tu relato en dos palabras elegiría estas: hartazgo e incomunicación.

Cuántas dosis de resentimiento, soledad, frustración… imagino que ha ido acumulando esta mujer a lo largo de los años. Cuántas fallas en la comunicación y en el afecto le supongo a esta pareja. Pero todo tiene un límite y la decisión de dar el portazo y largarse era necesaria.

Me gusta mucho, Lola, cómo describes los pedazos poco amables de la vida cotidiana. Y tus gotitas de humor.

Un abrazo fresquito.

Lola Sanabria dijo...

Y lo peor, Nenúfar, es que uno no se entere de lo que le están diciendo de mil maneras, hasta verse más solo que la una.

Un abrazo flojito por la calor.

Yolanda dijo...

Qué bueno Lola; no cuentas nada nuevo, pero hay que ver cómo lo cuentas. Me ha encantado ese final, esa guindilla que tanto escuece.

Un beso admirado.

Lola Sanabria dijo...

Y el gusto que da meter unos cuantos goles a algunos capullos, Yolanda.

Abrazos flojitos por la calor.

Amando García Nuño dijo...

Bueno, no tiene tanta importancia. El próximo partido, ganaremos.
Abrazos, siempre

Lola Sanabria dijo...

Será con otra, porque la que aguantaba al forofo, se ha largado con viento fresco.

Besos volados.