Fotografía tomada de la red. |
Salgo de la boca del metro. Miro el reloj. Camino hacia el trabajo. Escucho el sonido acolchado de mis pisadas en la acera. Una masa compacta imantada a la Tierra. Con un pie en alto, a punto de caer en la raya blanca del paso de cebra, se desprende y eleva un ectoplasma de mi cuerpo como muda de serpiente. Y conforme sube, observa cómo ese otro de carne y hueso, primero es una pigmeo y después una hormiga a punto de caer bajo las ruedas de un coche. Cuando llega a la estratosfera, de mi vida no queda nada.
16 comentarios:
El inicio me llevó a una agotadora jornada laboral. Después, poquito a poco, me fuiste zarandeando hasta quedarme rota con ese ectoplasma. Y después... jo, menudo agotamiento, el definitivo.
Besotes
Impresionante y súbita mutación inmediata a la muerte y a la pérdida del empleo.
Agotarse, extinguirse, un mal que a todos nos afecta, Luisa.
Las pérdidas, Carlos, vienen así, como un mazazo en la cabeza.
Abrazos muy vivos.
Del ser a la nada. De no poder. De acabar.
conciso, duro, real.
un abrazo
En pocas palabras, tú lo has dicho, querida Cora.
Abrazos, muchos.
Original forma de mostrarnos esa sensación que ¿quién no ha sufrido?, unas imágenes impactantes que calan en el lector.
Enhorabuena.
Besos.
Imágenes impactante para mostrar una situación que ¿quién no ha sentido en alguna ocasión? El micro llega al lector con fuerza.
Un abrazo.
Gracias, Yolanda, por partida doble.
Abrazos inagotables.
Me tocas una fibra muy sensible con tu relato, vamos que me resulta demoledor para mi maltrecha cabeza.
El otro día andaba yo dándole vueltas ... Mejor lo dejo y no echo más leña al fuego.
Un beso.
Está demostrado que para entender la vida, los pasos de cebra no sirven. Resultan más útiles los semáforos. En ámbar, claro.
Abrazos, siempre
El ámbar es de lo más estimulante, Amando.
Triple de abrazos soleados.
No le des tantas vueltas a la cabeza que te cogerás un colocón, Juan. Estas cosas hay que digerirlas poco a poco. Y así vamos caminando.
Un abrazo y dos besos.
Muchas veces la destrozona muerte llega así de contundente e imprevista.
Al leer tu relato, Lola, me pregunto si en el momento de la muerte nos desdoblaremos, como le ocurre a tu personaje, y veremos nuestros cuerpos inertes mientras nos dirigimos a algún lugar, dimensión, etc.
No tengo respuesta.
Un abrazo.
Nunca lo sabremos, Nenúfar, pero podemos hacer literatura con ello.
Besos lluviosos.
Eso sí que es agotamiento, del ser a la nada en segundos. La desaparición. Como siempre, nos haces pensar mientras disfrutamos de la lectura
Un abrazo grande
El agotamiento físico y el psíquico, no se sabe cuál es peor, Elena.
Abrazos descansados.
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