Fotografía tomada de la red. |
Hace mucho calor. Monotonía de ruedas sobre el asfalto. De vez en cuando, un cambio. El coche culebrea, seguro que esquiva un bache, y mi cabeza se desplaza hacia la chapa.
Hemos recorrido dos pueblos y un almuerzo. Seguro que ya pasó la hora del concierto. En el aparcamiento, alguna conversación sofocada, un portazo que otro y el silencio. Después el vehículo volvió a ponerse en marcha. A ella le gusta el rock and roll, tiene la música muy alta y sigue la letra a trompicones, con algún estallido de chicle de por medio. Él habla poco. Dame esto, baja eso. Me corre el sudor por la frente, cae en mis ojos, me llega a la boca. Tengo sed. Me rugen las tripas. De repente mi voz se apaga. Él atiende una llamada. No van a pagar, dice. Los muy cabrones prefieren que acabemos con él y quedarse con la pasta. ¿Y ahora qué?, pregunta ella. Nos lo quedamos, contesta el hombre. Actuará para nosotros hasta que pague su propio rescate.
Espero que, al menos, estos dos sean agradables. Tal y como está el mercado con la crisis, vamos a pasar mucho tiempo juntos.
8 comentarios:
Pobrecito!
Imagino que tanto secuestrado como secuestradores deben ser argentinos...
la escritora, española. Una escritora española que es un goce lector asegurado, sí señor.
Besos transoceánicos, Lola.
Gracias, mil, Patricia.
Abrazos flojitos por la calor.
Vaya, curiosa forma de firmar un contrato profesional.
Tan visual como siempre, tan potente.
Abrazos, compañera
Tal y como están las cosas, Amando, cualquier cosa vale.
Abrazos agradecidos.
Pues si que están mal las cosas, sí.
Muy logrado.
Un beso.
Ya lo sabes tú, Yolanda, aunque siempre pueden ir a peor.
Abrazos plenos.
ay, pobre, le ha tocado la crisis. Que bueno Lola, que bien perfilado está.
Unos abrazos calurosos
La crisis nos desloma a todos, Elena, un rockero no iba a ser menos.
Abrazos lluviosos.
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