Mis padres iban al mercado los viernes. Abrían el carro y olía a fruta fresca y a pan tierno. Luego se anudaban los delantales, se metían en la cocina, y la casa se llenaba del aroma a cordero asado, sopa de cocido, pescado y carne a la plancha y palito de canela hirviendo en el arroz con leche. Pero cuando la empresa de papá presentó el ERE y a mamá la echaron del hospital, el interior de la nevera se cubrió de moho. Y a nosotros nos envolvieron, como crisálidas hibernando en su capullo, las nervaduras de las verduras descompuestas.
17 comentarios:
Que se pudra o esté podrido el sistema, vale. Pero, ellos, ¿por qué han de pudrirse ellos?
Lola, esa triste realidad que proporciona los despidos que siempre pagan los mismos y sus familiares.
Bien descrita esa sensación de vacío.
Abrazos con comida.
Es lo que nos espera, vivir en tiempos devueltos.
Ahí está la injusticia, Luisa.
Así es, Nicolás.
Lo de devueltos me ha revuelto, Ximens.
Triple de abrazos indignados.
Parecía una historia de las tuyas, costumbrista, hasta que llegó el ERE, y se comvirtió en una historia costumbrista, de las tuyas.
Triste lo que viene. Fenómena tú.
Un abrazo.
Otra radiografía certera y precisa de lo que está ocurriendo. La nevera como unidad de medida de esta crisis. O estafa, claro.
Abrazos. besos.
Duro, como lo que muestra, duro por que es real.
Besitos
Pobrecitos, y hasta cuando tendrán que hibernar, que esto no se acaba...!!!
Besos indignados
Qué bueno, Lola. Tenemos telepatía, nos hemos apuntado al mismo título.
Besos con un poco de indignación.
Qué imagen la última: tragados por la naturaleza brutal de la crisis.
Un abrazo.
Oro parece, platano es, Miguel Ángel.
La vivienda, la nevera... muchas unidades de estafa, Agus.
La realidad es aterradora, Elysa.
Eso me pregunto yo, Puri, hasta cuándo.
Vasos comunicantes cerebrales, Ana.
Fagocitados por la codicia, Carlos.
Abrazos y besos a repartir.
Quema por lo real, Lola; por cuanto tiene de posible en la vida de todos. Quema porque lo estamos viendo a nuestro lado o viviéndolo en nuestras carnes.
Aplausos, Sra Sanabria.
Un abrazo.
Cuando deje de quemarnos, una de dos, o hemos conseguido sacar la basura, o nos hemos vuelto corcho. Yo apuesto por lo primero, Pedro.
Abrazos indignados.
Del calor de los fogones me llevas al frío de la nevera desolada . Del aroma de los guisos al hedor de la putrefacción. De la celebración de la vida a la tristeza de la penuria.
Basta un ERE para pasar de un lado al otro.
Injustos tiempos los que vivimos.
Un abrazo, Lola.
Me preguntaba qué habría sido de ti, Nenúfar, dónde estarías, y mira por donde hoy vuelves.
Un gusto reencontrarme contigo.
Abrazos con un extra de calorcito.
Un reflejo desolador de esta crónica de sucesos en que nos estamos dejando transformar la vida.
Gracias por dar tan buena fe de ello.
Hay capullos enmohecidos dispuestos a aniquilarnos, Eva.
Abrazos agradecidos.
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