Dibujo tomado de la red. |
Querida señorita Laura:
Además de mis padres, María y tú sois las personas a las que más quiero en el mundo. Y una de dos, o seguía haciéndome el bobo, o confesaba de una vez por todas que si repetí curso unas cuantas veces, fue sólo por estar cada día sentado en el mismo pupitre, preparado con la goma, el lápiz y el cuaderno, para recibir tu taconeo de pie cojo entrando en el aula, tu olor a leña quemada y el tirón de pelo, flojito, como una caricia un poco brusca, de tu mano rematada en esos dedos de yemas hinchadas y uñas mordisqueadas por los dientes. ¡Ay, señorita, cómo me gusta verte morder las cutículas! Más aún, si brota alguna gotita de sangre, y te deja los labios como las cerezas que anuncian el verano. ¿Y qué decir de cuando me llamas a tu mesa? Voy como corderito al matadero a que me castigues por mis renglones torcidos, mi baile de letras, los borrones y los fallos con las cuentas, sólo para ver cómo abandonas las gafas sobre el tablero, con gesto cansado, y restriegas tus ojos del color de las moras que recojo con María, a la vez que nos dejamos la piel entre las zarzas.
Mamá lloraba mucho hace unos días. Este niño es tonto, no paraba de decir mientras se sonaba la nariz, a cada rato, con papel de cocina. Yo pensé que si me declaraban bobo oficial me iría con María a su colegio especial, y por un momento me sentí feliz, porque ya te he dicho que a ella también la quiero como de aquí a las estrellas. Pero enseguida me di cuenta de la desgracia que se me vendría encima. A ella la puedo seguir viendo porque es mi vecina, pero a ti no podría verte más. O al menos no durante ese tiempo en el que los padres te llevan cogido de la mano a todas partes para que no te atropelle un coche, ni te rapten (¿quién iba a quererme a mí, cabezón, miope y atolondrado?). Cuando fuera mayor, sí, entonces tomaría el autobús y me acercaría a esperar a que salieras, apostado en la esquina de la tienda de golosinas. ¡Hay que ver cómo te gustan las chuches! Todas mis pagas se me van en comprarte las nubes, los regalices, las gominolas y los pica-picas que te dejo sobre la mesa. Tú crees que es el profesor de Educación Física, y le pones ojitos cuando pasa a tu lado, pero soy yo, ahora ya lo sabes. Para ir a buscarte solo aún falta mucho, y yo, querida señorita, no puedo estar tanto tiempo sin verte. Así que he decidido pasar de curso; al menos te veré en los recreos. También le voy a entregar a mamá el sobre con los tests y las pruebas que me hicieron para comprobar si yo era tonto de remate. Lo cogí del buzón de correos, y no se lo di porque, ¡cómo iba a colar que un niño con un doscientos doce de coeficiente intelectual no supiera ni hacer la o con un canuto!
Ya, ya sé que te vas a llevar una gran sorpresa cuando recibas esta carta. Tal vez ni creas que la he escrito yo, pero sí, señorita, yo mismo, con mi puño y letra. Bueno lo de puño y letra es un decir porque, aprovechando que mi hermano Pedro anda por ahí de marcha, la voy a redactar a ordenador para que quede más limpia. De paso le enseño a María algo de gramática. Ella también intentó que yo aprendiera a vestir a la Nancy y al Kent y que hiciera el perrito con el yo-yó, pero, para esas cosas yo soy muy torpe y María muy lista. La tengo aquí mismo, a mi lado. Y entre abrazo y abrazo no para de decirme: Te quiedo, Mimi, te quiedo muso.
Habrá adivinado que Mimi soy yo, Miguel, pero a ella le gusta llamarme así. También porque las palabras se le enredan en la lengua. Yo también la quiero mucho. A María y a ti. Y ya me despido porque huele a tortilla de patata. Pronto vendrá mamá a avisarme para la cena y no quiero que me pille, me daría mucha vergüenza.
Un abrazo muy sentido, mi querida señorita Laura.
Miguel
22 comentarios:
Jó, se lee como si leyeras la prosa de un niño enamorado, con sus guiños infantiles y sus cosas de niño. Es una carta preciosa Lola. Soy una enamorada de las voces de los niños y cuando los utilizáis para vuestros breves, o no tan breves, siempre intento buscar la pega (esto no lo diría un niño), pero en el tuyo : creo que no la hay.
Felicidades por tu arte.
Laura.
Está claro, es un niño enamorado.
Un pero, no me pega de un niño la frase: ¡Ay, señorita, cómo me gusta verte morder las cutículas! jajjaja por muy enamorado que esté ¿no?
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Sí, por lo general el registro de los niños suele ser muy difícil para que quede verosímil. En este caso coincido con Laura, en ningún momento aparece la sensación de falta de naturalidad.
Además de esto, del modo en el cual está escrito; me encanta la historia que se va revelando con la carta... maravilloso ese amor que no entiende (paradójicamente, je) de coeficientes mentales ni tampoco de edades. Hermosa la libertad, y los malabarismos de esta almita para tener tiempo con sus dos grandes amores.
Espectacular el humor, la ternura y la belleza concebidas en este texto descomunal.
Un enorme abrazo desde Argentina, muchas gracias por el instante y por compartir tu luz.
Felicidades por ser finalista.
Esto de las cartas de amor se te da muy bien.
Abrazos repetidores
Es la declaración de amor más hermosa que he leído en mi vida Y ese personaje, el de María, visto desde Miguel: un tesoro.
Ah, qué bonito sería ser Laura.
Toda mi admiración, Lola
Has conseguido meterte de lleno en la piel del niño y te ha salido una carta tierna, sincera, ingenua y hermosa.
Felicidades, Lola.
Abrazos admirados.
Impecable, Lola! Lleno de guiños, me encanta. Saludos van!
Laura, me alegro de que te haya llegado.
David, no olvides que es un niño con un coeficiente intelectual muy alto y estos niños tienen esos brotes entre la ingenuidad de la edad.
Espectacular tu comentario, Juan.
Eso parece, Xesc, y eso que no soy muy expresiva en lo real. Dicen.
Me encanta que te haya entusiasmado, Patricia.
Hermosos tus adjetivos, MJ.
Te envío un guiño a ti, Sandra, de complicidad.
Abrazos a repartir.
Entrañable. Siempre he creído que la voz infantil es muy difícil de plasmar, pues está llena de matices y reflejos incipientes. Incluso de cierta maldad, ingenua, inocente, pegada a la verdad. Aunque claro, no me asombra tu habilidad para lograrlo. Me parece una pieza en la que todo está en ciernes, incluso la misma vida. Enhorabuena, Lola.
Abrazos, besos.
Es un cuento maravilloso Lola, de esos que se ten dan tan bien, en boca de un niño, tan tierno, tan fresco, tan inocente. El cuento está lleno de las cosas que importan de verdad: amor, amistad, sacrificio, felicidad. Eres una máquina del corazón. Un beso.
Lola, es una carta muy tierna que cuenta una historia que se va conociendo a cada renglón. Entiendo a Miguel que siendo tan listo se haga el bobo, por amor, pues cuando uno está enamorado lo hace y mucho, y da igual que seas licenciado, catedrático o doctorado, que el bobo lo haces pero bien.
Me gustó mucho.
Abrazos de colegio.
Grandes amores se tejieron en las aulas. Como ya han comentado, la carta es muy tierna y muy creíble para venir de un niño. También me chirriaron un poco las cutículas, aunque el resultado total me parece muy bueno.
Este comentario está escrito por alguien que estuvo perdidamente enamorado de su profe de cuarto de primaria, que -como tenía veintitres años y era su primer grupo- hasta invitaba a toda la clase los fines de semana a su casa. Lo peor es que allí estaba su marido, ese viejo de veinticinco, feo y narigón; que -además- se hacía el simpático.
Hecha esta confesión, ¿cómo no iba a emocionare con la carta de Miguel? Ojalá yo me hubiese atrevido a escribir una.
Es increíble lo bien que consigues la voz, Lola; lo bien que amalgamas la trama y cómo sabes llegarnos al corazón.
Un abrazo,
Has sacado de tu bolsa de las palabras, Agus, todos esos calificativos que tan bien definen la infancia. Gracias.
Lo de máquina del corazón me ha llegado al mismo, Mar.
Estoy de acuerdo contigo, Nicolás, cuando te enamoras siempre haces bobadas.
Son los primeros brotes del amor, Araceli.
Suele ser así: el compañero o compañera de nuestro amor es feo y tonto de capirote, Pedro.
Abrazos, muchos, a repartir.
Me encanta la historia que se nos va revelando en la carta. Y sobre todo me gusta la voz de este niño, en ningún momento dejo de oír eso. un niño.
Besitos
Muchísimas gracias, Elysa.
Abrazos con buenas vibraciones.
Hola Lola, enhorabuena por tu selección en "Conseguir los sueños" de Hipálage (2012). Hoy te he nombrado en mi blog.
Recibe un caluroso abrazo.
Qué bien te metes en la piel de un niño! Esto te lo ha escrito tu sobrino! Ah, no, que ahora el pica pica se llama Fresquito! Ni Rajoy, que diría Los chuches. Un beso.
Carta de amor del bueno, del que no se olvida jamás. Yo nunca olvidé el mío, y he tenido tiempo de hacerlo...
Lo dicho, Lola, colmas de detalles tus historias. Uno se podría colgar de alguno de esos detalles, como perdiéndote por un caminito, y luego volver al camino central, y así hasta llegar al fin. Es una gozada leerte.
Más abrazos (podía haberlos enviado todos juntos, pero mira).
Gracias,Laura. Encantada de estar contigo en el libro.
No tengo sobrinos, hermoso, sobrina y punto pelota, Manu. Pero mi alterego es muy infantil.
Gracias, otra vez, Miguel Ángel, por tu comentario y por esa sobredosis de abrazos.
Abrazos, muchos.
Otro más: ¿y van...?
No, no tienes especialidad para las cartas de amor. Lo tuyo es capacidad para trasladar emociones.
Otra historia es que a los adultos ese dolor infantil nos parezca menor. ¡Pero que le pregunten a él como se sufre!
Me conmueve y mucho este desacomplejado observador de cutículas que gasta las pagas en chuches como otros, más curtidos y menos inocentes, lo harían con diamantes.
Y para colmo de lucidez, ha decidido pasar del anonimato.
Lo dicho: Un placer.
Me encanta que repitas tus visitas y comentes con ese tono y ese lirismo tan tuyo. El placer es siempre mío, querida Cora.
Abrazos triples.
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