5/7/11

EL REENCUENTRO


Sobraban dos días. Miré la maleta abierta sobre la cama. La camiseta blanca, con la rosa que pinté, cerraba la ropa colocada en el hueco. Olía a cuero nuevo, a ramito de espliego durmiendo en el bolsillo de tela de un lateral. Sobraban dos días. El café amargo entró mezclado de algas. Lo sentí bajar lento hasta invadir tibio mi modorra. A lo lejos, un cuadrilátero blanco emborrachado con una marca de vermú, seguía, obediente y firme, la cola de un avión. Metí la cucharilla en la mermelada de frambuesa y la saqué completa. Brillaba la pulpa a la luz suave de la mañana. Saqué la lengua y la recogí en su barca. Ácida. Ácida y dulce la espera. Sobre la tostada, una onda marina amarillo pálido. La extendí. Un mordisco salado. Otro. Mantequilla de Holanda, dijo él. Y la dejó en el fondo del carrito de la compra. Una nueva taza de café y el minutero apuñalando otra raya del reloj de la cocina. Si fuera un cuco, pensé, lo mataría por bobo, pero esa esfera de plástico, con su escudo futbolero, ni tocarla. ¿A quién se le ocurre perforar el tiempo con algo tan anodino? A él, claro, ¿quién si no podría viajar con doce ostras metidas en hielo desde Galicia? ¿quién si no tendría el coraje de arropar un capullo con dos gotas de rocío en una mano y en la otra traer colgando semejante engendro ? Y sin embargo, sobraban dos días. El sol había roto la encimera dividiendo la hoja del cuchillo y remontando la mitad de una naranja sin jugo. Lavé la cafetera, la taza, el plato y la cucharilla. Todo limpio. Cogí el cubo naranja con su cangrejo de patas devoradas por la edad, también la pala amarilla de plástico gastado, y salí. En el porche, una gaviota insolente picoteaba un gusano desahuciado de una maceta. Moví los brazos y huyó chillando su protesta. Abajo, tierra húmeda, cementerio de conchas. Avancé por la orilla, dejando un rastro de huellas que el mar se iba comiendo, hasta llegar a la gruta. Me senté en la arena y fui llenando el cubo con mordiscos de días. Sobraban días. Nuevas paladas y el sol cegando de luz el agua. Sentía el estómago anunciando la hora. Montañas de arena apelmazada, enterrando minutos. Subió y pasó dos veces arriba dejando un rastro de chispas de estaño. Volví a casa, cerré la maleta, di dos vueltas de llave a la puerta de mi casa y me fui hacia la estación. El tren esperaba y, dos o tres giros de agujas dentro del cristal de mi muñeca, él .

26 comentarios:

Torcuato dijo...

¿Reencuentro con un hijo ya crecido?
Lo he leído dos veces y no termino de pillarlo.
Besos, Lola.

Lola Sanabria dijo...

No sé, no sé, Tor, si no lo has pillado...

Besos, mil.

AGUS dijo...

Pues a mí me gusta que no desveles demasiado quién es ese él. Y la fotografía del micro, llena de vaivenes, de esperanzas que oscilan de aquí para allá y ese tic tac del reloj siempre presente, y los días que sobran, y las huellas que no se acaban de borrar. ¿Qué más se puede pedir?. Gracias, disfrute mucho.

Abrazos, besos.

Rosa dijo...

Una espera muy bien contada, llena de detalles preciosos.

Besos desde el aire

Lola Sanabria dijo...

Muchas gracias, Agus, el gusto es mío.

Me alegro de que veas esos detalles en el micro, Rosa. Gracias.

Mil besos a repartir.

Susana Camps dijo...

Me ha gustado mucho que el espesor del tiempo se exprese en la densidad de las frases, tan sumamente minuciosas que exigen una lectura atenta (y lenta). El lector tiene que detenerse en cada palabra, en las imágenes llenas de referentes, exactamente igual que se está deteniendo la protagonista encharcada en su mezcla de melancolía, rechazo y anhelo. Impresionante cómo lo conduces. Y la fuga del tiempo, al final. Me parece de una gran maestría técnica.
Abrazos matutinos y admirados.

Anita Dinamita dijo...

Precioso, Lola, lleno de imágenes. Yo me imagino a un él maduro, un él amante, real que es capaz de llevar una rosa y un reloj de fútbol... me pregunto qué haría sola en la playa, se me escapan cosas pero es tan bonito de leer....
Abrazos

ernesto ortega dijo...

Disfrute leyéndolo, aunque se me antoja demasiado enigmático o puede que mi cerebro ya esté de vacaciones.

Besos prevacacionales

Nicolás Jarque dijo...

Lola me gusta mucho el ambiente que se trasmite, me recuerda a los relatos de Carver. Pero, quizás es fallo mío, pero no acabo de ver claro si es una despedida, si es una preparación de viaje, si es un asesinato. Me pasa como a Torcuato.

Pero como digo me gustó mucho el ambiente y las palabras.

Besos literarios.

Lola Sanabria dijo...

Tú lo has dicho, Susana, el espesor del tiempo. El tiempo pasa lento cuando faltan, o sobran más bien para ella, horas para un reencuentro.

Sola para consumir esas horas que le sobran, Anita.

Yo creo que es enigmático Ern, aunque tu cerebro y el mío estén ya oliendo el mar de vacaciones.

Cada cual, Nicolás, hace su propia lectura. Sobre todo en un texto como éste que, efectivamente, no es fácil, pero me gusta mucho que te guste.

Besos agradecidos a repartir.

Odys 2.0 dijo...

Cuanto menos tiempo queda, más larga se hace, y más presente la ausencia, más se vive con ella.

Hermosa forma de describirla, como hermoso debe de ser el lugar donde se desarrolla...

Elysa dijo...

Precioso, Lola, denso y espeso, lo leí ayer noche, y no supe comentar, hoy vuelvo a leerlo con el ritmo que requiere, el que pide, con la misma lentitud que siente su protagonista.
Un placer
Besitos

Elysa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lola Sanabria dijo...

Así, es Alberto, la espera hace las horas de alquitrán.

El ritmo, sí, Elysa, es fundamental en el relato.


Besos pareados con pellizco de agradecimiento.

Juan Leante dijo...

Preciosa manera de describir esa espera en la que el tiempo no fluye.
Me ha gustado mucho en la medida que me trae tantos recuerdos similares a los de tu protagonista.
Besos en el anden.

Lola Sanabria dijo...

Estate ahí que ahora mismo voy, compañero.

Besos y abrazos sin dilación.

Nenúfar dijo...

Qué bien que digas, Lola, que este texto no es fácil. Así puedo excusar a mis neuronas de que anden un poco confundidas e ignorantes durante su lectura.
De este relato me quedo: con la maleta aromática, dispuesta para el viaje; con el desayuno minucioso; con la espera impaciente, expectante; con el pasar despacioso del tiempo; con los recuerdos agridulces en silencio y soledad...; y con algunas expresiones que a mí me parecen muy hermosas como, por ejemplo: "... y el minutero apuñalando otra raya del reloj de la cocina".

Un abrazo.

P.D: Quisiera hacer saber a Cora Christie (sin desmerecer los comentarios de los demás), que los suyos me fascinan y me deleitan. Por su inteligencia, por su sensibilidad, y por su exquisita belleza. ¡Qué manera de trabar las palabras! Pura filigrana.
Me es muy gustoso encontrarla entre tus comentaristas, siempre.

Lola Sanabria dijo...

Te has quedado con un montón de cosas, Nenúfar. Una lectura minuciosa y un comentario muy trabajado que agradezco muchísimo.

De acuerdo con lo que dices de Cora. A mí también me gusta encontrarla por aquí.

Besos a puñados.

R.A. dijo...

Eres única creando atmósferas, todos todos tus relatos las tienen, desde el más largo al más corto(y mira que es difícil en uno cortito).

Haces que el lector se involucre y viva la historia como si estuivera dentro. Tb es un reltaot muy pictórico, muy vívido y me has hecho pensar en los relojes blandos de Dalí.
Yo he hecho un alecturs de pérdida, pero seguido de un renacer y en mediola espera.

Besos y más.

Lola Sanabria dijo...

Tú sí que eres única haciendo lecturas de relatos, Rosana.

Besos apresurados que me voy al curre.

Mónica Ortelli dijo...

Un bello relato moroso, Lola. Sos una observadora magnífica, por eso el lector encuentra vívida tu prosa.
Ah, qué ganas de verlos encontrarse en la estación...
Un abrazo fuerte

Lola Sanabria dijo...

Gracias, Monica. Un honor viniendo de una gran relatista.

Besos, mil.

Rocío Romero dijo...

Lola, creo que "él" no necesita más aclaración. Me encantó la forma de expresar que las horas "sobran" y no faltan, tan propia de esa narradora perspicaz que conocemos. El tema del ritmo, lento y de pronto urgente ya te lo han comentado. Magistral. Para saborear muchas veces.
Mil besos reverentes

Lola Sanabria dijo...

Lectora perspicaz donde las haya, Rocío.
Besos agradecidos.

Elena Casero dijo...

No hace falta que desveles quién es él.
Manejas con maestría los tiempos, y las metáforas. El acuchillamiento de las horas me parece soberbia.

Abrazos

Lola Sanabria dijo...

Muchas gracias Eléna. Me alegro de que te haya gustado.

Besos de finde.