Dicen que aún es verano. Abro la tabla y enchufo la plancha. Los colores se amontonan encima de la silla. Enciendo el televisor y veo en la pantalla un lugar de hielo con arroyos de sangre que se escapan por las grietas del suelo. Los esquimales desuellan focas. Estiro un pantalón sobre la tabla, paso la plancha y el vapor suelta su carga de flores envasadas. Hace calor. Voy a la cocina, abro el frigorífico, cojo una cerveza, tiro de la anilla y doy un trago. Vuelvo a la plancha y cambio de canal. Woody Allen mira aterrado una placa con zonas ciegas y círculos de luz. Cojo una camiseta. Blanca como las nubes que corrían por el cielo en las mañanas de playa. Dejo la plancha y bebo otro sorbo de cerveza. Cambio de canal. Premios de fotografía: 1957, Douglas Martin capta la entrada de una de las primeras estudiantes negras en la Universidad Harry Harding. 1968, ejecución de un miembro sospechoso del Viet Cong por Eddie Adams.1972, Ut Cong Huynh: Niños huyendo asustados de un bombardeo con NAPALM.1981, Manuel Pérez Barriopedro muestra una instantánea del secuestro del Parlamento por Antonio Tejero.1994, Kevin Carter gana el Pulitzer con la fotografía de un niño acosado por un buitre y después se suicida. 2003, Jean-Marc Bouju, capta la imagen de un hombre iraquí acunando a su hijo en un centro de retención para prisioneros de guerra ...Sudo, mi mano tiembla y deja la plancha insegura al borde de la tabla. Cierro la caja de Pandora con el mando a distancia. Oigo la llave girar en la cerradura. Entra, me da un beso, se quita la blusa y la tira sobre el sillón. Bebe de mi cerveza. Tiene la piel dorada y brillante de sudor. Dejo sobre la mesa la última camiseta con el Partenón estampado. Desenchufo la plancha, saco el cinturón de la hebilla, me desabrocho el botón del pantalón y bajo la cremallera mientras la sigo hacia la habitación. El sol se retira a trozos de los edificios. ¡Qué guapa está mi mujer!
11 comentarios:
Qué maravilla, Lola! Me encantó tu manera de atrapar la realidad en un puñado de detalles.
Un abrazo.
Gracias Belén.
Un puñado de besos para ti.
Bueno no, buenísimo, Lola. Realmente espectacular. Qué bien combinas los dos campos de la rutina de casa con las noticias que se van sucediendo en las diferentes cadenas, y luego nos haces un repaso maravilloso de la historia mundial a través de las fotografías (excelentes, por cierto). Y el colofón final, que me ha hecho darme cuenta de mis propios tópicos, que creía superados. Me imaginé que era una mujer, y el giro final fue sensacional. Un aplauso y mi admiración. Un beso.
Gracias Maite. Sí, es verdad que tenemos en el imaginario a una mujer planchando, pero eso cambiará en la medida en que vayamos introduciendo en la literatura también a hombres haciendo tareas de casa con toda naturalidad.
Besos, mil.
Lola espero que estés mejor del resfriado. Bueno, decirte que me gustó mucho la dualidad recreada de alguien planchando y las imágenes que se van sucediendo en la televisión. Esa contraposición de dos mundos: la cotidianidad y lo que pasa más allá. Nuestro mundo pequeño, enjuto y particular y el resto del universo. Con esto ya me vale, el giro final me sorprende, pero me quedo, sin duda, con esa polaridad tan bien definida. Es un relato que invita a una reflexión profunda.
Enhorabuena y un abrazo.
Hola Agustín. Algo mejor voy del trancazo, espero recuperarme del todo hoy, porque mañana tengo mucho jaleo en el curro.
Me gusta el análisis que haces siempre de los textos, se ve que te lo curras y eso es de agradecer y mucho. Me alegro de que te haya gustado.
Besos volados. Aún.
Es de los relatos que hay que leer varias veces, no para entenderlos, que se entiende a la primera, sino para disfrutar de tantos y tantos matices como tiene. Es visual, duro, tierno, amargo, esperanzado y, sobre todo y pese a todo, vitalista. Es un placer releerlo.
Muchas gracias,Elisa. Me alegro de que hayas disfrutado con su lectura.
Abrazos.
Pues ya que lo dices sí, sí que está guapa mi mujer, y guapo guapo este relato.
Enhorabuena Lola.
¡Ay, qué piropo tan bonito! Gracias compañero. Falta hace recibir cosas así para espantar el día tan gris que se nos ha echado encima.
Puñado de besos.
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