31/8/12

LA FLAQUEZA DEL MURCIÉLAGO

Fotografía tomada de la red.


Esa bolita negra de pelo. Boca abajo, cuelga del techo. Cuatro patas que se acercan. Maullido del zalamero. Radar del desasosiego. Amplifica el requiebro. Llanto de ojos ciegos.

27/8/12

PLUMAJE

Fotografia tomada de la red.


Tenía el cuerpo pequeño, comía poco y andaba a saltitos. Por eso, y porque en clase se distraía siguiendo el vuelo de los pájaros a través de la ventana, lo apodaban “gorrión”. En todas las familias hay un vago y en ésta eres tú, dijo su madre cuando lo expulsaron del colegio. Entonces se ofreció a José “el rata” como espantapájaros, por un cuenco de arroz y un jergón en el cobertizo. Pasaba los días en mitad del sembrado, cubierto de pájaros. Un atardecer de primavera, dejó de hablar, movió los brazos y desapareció junto a una bandada de vencejos.

23/8/12

EN PRAGA CON LOS LOCOS DE LA NAVE

Del blog La nave de los locos.

Nueva entrega de viajes. Tomaos unas cervecitas si queréis  seguirme en La Nave, que el recorrido puede ser algo acalorado y estresante.

http://nalocos.blogspot.com.es/2012/08/lola-sanabria-en-praga-con-la-lengua.html

21/8/12

RESURRECCIÓN

FUENTE DE LA MEMBRILLERA  DE VILLANUEVA DEL REY (CÓRDOBA)



Este relato  tiene unos años. Lo he colgado para los paisanos que se pasean de vez en cuando por aquí, aunque sea de puntillas.

La víspera del entierro, la abuela anduvo más borracha que nunca. Tocaba con la palma de las manos las paredes mientras a su habitual ¡uy la cabeza, qué mal la tengo!, añadió qué pena, qué pena. Mi madre intentó consolarla pero sólo consiguió que arreciara en sus quejas y que el mareo, por el deficiente riego sanguíneo, aumentara.

Por la noche, estuvo dando vueltas en la cama y suspirando muy hondo hasta el amanecer. Entonces gritó que cuando ella se muriera, no quería tierra, y después se durmió, rendida.

Han pasado más de treinta años y ahora la han desenterrado. Parece un yacimiento arqueológico, arrancada a las profundidades de la tierra. Parece más pequeña, pero yo sé que es cosa de la edad, que cuando una es niña todo es más grande. Parece un reflejo de lo que fue, pero si la miras despacio, sigue siendo la misma.

Hoy he ido adonde la abuela, me he parado frente a la lápida de granito quebrado por el tiempo, por donde asoman las flores amarillas del jaramago, y le he contado que han vuelto a pasear los cántaros y los coladores (por si las sanguijuelas), por el camino que va a la fuente, la fuente desenterrada, caños de hierro, pilón partido por piedras lustradas, testigo de tantas caídas al querer cruzar al otro lado. Agua helada la de la fuente, la fuente de La Membrillera.

14/8/12

REVENTAR LAS COSTURAS

Fotografía tomada de la red.


Los músicos visten camisas blancas y zapatos y faldas o pantalones negros. El director levanta los brazos. Suenan clarinetes, trompas, oboes, trompetas, flautas, bajos, timbales, baterías, castañuelas, platillos, triángulos y bombos, en la explanada. El público ocupa sillas blancas de plástico. Un globo escapa de la mano de un niño. Sube hacia la luna cada vez más grande y cercana. Finaliza un pasodoble cuando el cielo se desploma. O quizá la tierra se abre en grietas que escupen lava.  O tal vez sea la explosión del carrito cargado de dinamita que arrastraba el parado añejo con costras de muchas miserias.

Vuelvo en unos días. ¡Sed buenos!

8/8/12

EL PESCADOR

Decían que llevaba el olor a pescado metido en la piel y las mujeres fruncían la nariz a mi paso. Dejé de acercarme  al pueblo. Llegaba al atardecer a la lonja, con las cajas de sardinas, y me iba después de la subasta. Sentado a la puerta de mi casa observaba el camino de tablas adentrándose en el azul profundo, la barca amarrada al tocón, moviéndose con el bamboleo de un agua mansa, el cielo violeta detrás del faro. Y conforme el mar se oscurecía y la luna lo quebraba en reflejos, yo sentía ese impulso. Me quitaba la ropa despacio y cuando la noche había ganado el espigón, corría y de un salto entraba en el agua. Bajaba muy hondo hasta rozar con la punta de los dedos el sedal y la boya, el molinillo de viento, el arco y las flechas de mi niñez. Luego mis manos abrazaban su cuerpo plateado y mi lengua lamía la sal de su boca.

3/8/12

CAMINO DE BRASAS

Fotografía tomada de la red.



Mi hermano quería ser como la Piquer. Eso dijo. Sólo una vez, delante de una raja de sandía que acabó machacada sobre su cabeza, cuando mi padre la aplastó de un puñetazo. Desde entonces odio la sandía. Mi hermano también.
      Mi madre no hablaba. Sentada en el umbral de la casa veía pasar las tardes sin apenas cambiar de posición. Sólo cruzar y descruzar las piernas y estirar el vestido bajo las rodillas de vez en cuando.  La última vez que escuché su voz fue cuando gritó pidiendo ayuda. Ella quería mucho al abuelo Santi y siempre estaba atenta a los ruidos de la casa. De día porque el abuelo se empeñaba en coger pepitas de oro de las brasas de la candela. De noche porque se levantaba y quería abrir la puerta para marcharse a trabajar al campo. Lo quería aunque estaba cansada. Por eso le dijo aquella tarde, mientras untaba de Avril las quemaduras de su mano, que el Señor debía llevárselo para que todos pudieran descansar. No creyó en ningún momento que el abuelo fuera a tomarla en serio. Cuando tropezó con la zapatilla a la entrada de la cuadra y vio la otra zapatilla a punto de caer de un pie, gritó tanto que gastó toda la voz.
     Mi padre no quiso renunciar a la que fue y negó a la nueva mujer que se deslizaba por la vida como un soplo de aire, sin más ruido que el de sus pies al caminar. Empeñado en hacerla hablar, la zarandeaba con la fuerza de quien no acepta el deseo ajeno. Mi hermano y yo asistíamos todos los días a aquella escena repetida, abrazados, sin hacer otra cosa, con el temor de que aquella  violencia nos tocara. Mientras tanto, mamá se iba diluyendo, sentada en el umbral, como pavesa que se deshace con un golpe de aire. Un día desapareció sin más. Papá se enfadó tanto que agarró la correa, la enrolló en la mano y estuvo dándole correazos a mi hermano a quien culpaba siempre de todo lo que ocurría en nuestra casa.
      Mi hermano procuraba ocultar los moretones, encubriendo a papá, cosa que yo no entendía. ¿Quieres que nos manden a un Centro de Acogida?, preguntaba cada vez que le pedía que hiciera algo. Yo lo quería mucho y él, cuando sorprendía un puchero o una lágrima, me cogía de una mano y me llevaba al cuarto de mamá. Abría el armario, sacaba uno de sus vestidos, se calzaba los zapatos de tacón, cogía el neceser donde ella guardaba sus cosas y se daba colorete, rimmel y se pintaba los labios. Cantaba y bailaba para mí y yo me sentía un ser privilegiado por tener a un artista para mí sola.
     Cuando papá enfermó, mi hermano se pasaba día y noche al lado de la cama, poniéndole compresas en la frente, sujetándole la cabeza cuando vomitaba. Yo me quedaba mirando desde la puerta de la habitación, debatiéndome entre el rechazo que había anidado en mi interior hacia mi padre y el deseo de que no muriera.
      Y no murió. Parecía como si le hubieran apaleado cuerpo y alma y no conservaba ni un atisbo de su rabia. Tenía los ojos húmedos, siempre al borde del llanto y buscaba continuamente la mano de mi hermano y la besaba con fervor. Yo lo observaba todo algo distante, a la espera, aunque no sabía de qué.
     Ocurrió una mañana espléndida de primavera. Papá estaba en el patio, sentado en la mecedora donde le había dejado mi hermano. Yo leía un libro a su lado sin prestar mucha atención a sus quejas ahogadas, a su baba cayéndole sobre la camisa del pijama. Primero escuché el taconeo que venía de adentro de la casa, luego el frufrú del vestido, y antes de que mi hermano hiciera su aparición estelar, me llegó el olor del perfume de mamá.
     Papá no se murió de la impresión, como yo esperaba, cuando vio a su hijo vestido de mujer en mitad del patio, ni cuando se le acercó y le estampó un beso de carmín en sus mejillas resecas. Levantó la cabeza y lo miró de arriba abajo, sonrió y dejó escapar una lágrima. Mi Teresa, mi Teresa, no dejaba de repetir, llamando a mamá, mientras mi hermano, con el embrujo en el cuerpo, bailaba para los dos hasta caer agotado sobre los geranios del patio.

2/8/12

LA NAVE VIAJA CON LOS LOCOS

Tomada del blog La Nave de Los Locos


Las crónicas de viajes que está colgando Fernando Valls en su blog son muy interesantes. Toca todos los palos, eso las hace atractivas. 
Agradezco a Fernando que haya decidido, en un tiempo que invita a la relajación, colgar una visita a un campo de concentración alemán, tan poco placentera pero sí necesaria para no olvidar.

http://nalocos.blogspot.com.es/2012/08/visita-sachsenhausen-por-lola-sanabria.html

1/8/12

EQUÍVOCO- LEÍDO EN EL MICROTALLER LA BELLA VARSOVIA ( SER CÓRDOBA)

Tomada de la web del Microtaller La Bella Varsovia


Un beso fugaz con sabor a caramelo de lilas. Sólo eso. Pero tú no lo entendiste así. Y el vuelo de tu falda se lo tragó La Corredera. Te busco por los huecos umbríos de La Mezquita; entre las filigranas de plata de La Judería; en el sabor llorón de los geranios de la calle de Las Flores. Cuando cae la tarde, enredo la punta de la cinta roja de mi deseo en los dedos índice y corazón y la voy enrollando despacito. Y sé que la noche de nuestro aniversario, te traerá hasta mi puerta.

http://www.radiocordoba.es/facebook/microtaller_1_agosto.mp3