29/6/15

RELATO INCLUIDO EN EL LIBRO DEL III PREMIO DE MICRORRELATOS "MANUEL J. PELÁEZ" 2015






LARVADA


El niño duerme. Paseo sobre la barandilla de mi terraza. Sin mirar abajo. Corre una brisa cálida. Abro los brazos como funambulista y camino con cuidado, un pie delante del otro, manteniendo el equilibrio. Voy hasta el muro de ladrillo, doy la vuelta y llego al otro. Lo repito cuantas veces quiero. Cuando me canso, me detengo. Sentada a horcajadas sobre el hierro, levanto una mano y anulo una estrella. Miro hacia el infinito y veo un planeta en sombra. Escucho a sus habitantes. Gritos de auxilio. Aullidos de terror. El horror petrificado en sus caras de hielo. Me relajo. Paso mi pierna derecha por encima de las rejas y voy a la cocina. Los azulejos chorrean el vapor de la sopa. Saco las lubinas, la cayena y los ajos. Preparo la sartén y la tabla y cojo el cuchillo. Con él en la mano, entro en el cuarto. Brilla el acero en la oscuridad. Meto la cabeza dentro de la cuna. Inspiro. Huele a mi bebé. Los patitos del pijama suben y bajan con su respiración sosegada. Oigo la llave girar en la cerradura. Salgo de la habitación de puntillas y cierro la puerta con sumo cuidado. Él llega.

27/6/15

RELATO GANADOR DE LA SEMANA DE WONDERLAND Y UN FINALISTA






Finaliza el programa y nada mejor para ello que este regalo que me hacen. Para escuchar el audio clicad aquí. A partir del minuto 31.



DISIMULO



Ella guarda las poesías en un cajón de la cómoda. Enhebra la aguja en silencio, con las gafas en el despeñadero de la nariz. Yo la miro, a hurtadillas, por encima del periódico. Sorbe una lágrima rebelde. También a mí me gustaría llorar, pero no puedo. Se queda un momento extasiada con la polilla que busca la luz del farol. También a mí me gustaría soñar, pero no sé. Deja prendida la aguja en el bajo del pantalón, se levanta y camina por el corredor hacia la cocina. Levanta la mano derecha y acaricia, al paso, el ramito de violetas.




INCOMPATIBILIDAD

Cuando luce el sol, se pone el vestido escotado y las sandalias plateadas, agarra el bolso y me deja solo todo el día, con un vaso de leche y una manzana sobre la mesilla.
Cuando llueve, le cuesta levantarse. Camina arrastrando los pies, con el pelo enmarañado tapándole la cara. A mediodía me trae sopa. Luego se mete en la cama y se abraza a mi cuerpo. Yo busco sus programas favoritos en la televisión para que se distraiga, pero se la ve triste, cansada.
Hace días que no para de llover. Ella reza, mirando al cielo. Yo también rezo.










18/6/15

VACACIONES


 
Tomada de la red.

Hace años íbamos a la playa: Virginia, la niña y yo. Nos hartábamos de sol y agua y volvíamos morenos y relajados. Cuando la niña se casó y se fue a vivir a una ciudad costera, comenzamos a pasar las vacaciones en su apartamento. El binomio suegros-yerno nos devolvía a casa más cansados. Después vino la nieta y ahora el nieto. 
Escapamos de noche, sin avisar, tras diez días de infierno. Virginia se ha encerrado en su despacho. Yo en el mío. Cada uno repantingado en su sillón, con las persianas echadas, el aire acondicionado puesto y los teléfonos desconectados.