23/4/16

EXILIO. GANADOR DEL CERTAMEN DE MICRORRELATOS SANT JORDI

Tomada de la red.



Levanto la cabeza y miro la ventana: un cerco esponjoso y blanco enmarca el cristal helado. Recorto los últimos pétalos, brillantes y rojos, y los pego, uno a uno, al tallo con sus dos bellas hojas. Observo mi trabajo. Lo doy por bueno. Envuelvo la rosa delicada en celofán y la deposito sobre el libro, dentro del paquete. Luego lo envuelvo con papel de colores y lo abrazo con cinta verde. Me pongo el anorak, el gorro, la bufanda y los guantes y salgo a la calle. De camino a la oficina de correos, cruje la nieve bajo mis huellas.

Para escuchar el relato, clicad aquí. A partir del minuto 44.

16/4/16

SELECCIONADO EN EL CONCURSO DE RELATOS SOBRE ABOGADOS

Tomada de la red.


FRUTA PODRIDA
Era un experto en derecho procesal. Brillante en la exposición e implacable en sus conclusiones, llevaba los juicios con gran maestría. Sobre su mesa se amontonaban los informes, para desesperación de aquellos que asistían impotentes a sus larguísimas exhortaciones, ante un tribunal rendido de antemano a su discurso de disco rayado. Para él cualquier atenuante era zarandaja, pecata minuta, trampantojo que zancadilleaba  la independencia de la justicia. Y así, lo mismo mandaba al Infierno a un ladrón de un supermercado, que a un asesino. Pero aquel aspirante a Lucifer, querubín rubio que sonreía inocente y angelical, le robó el alma. Pasó de fiscal a defensor y juez y le abrió las puertas del Cielo. Desde entonces, un espeso manto de nubes ensangrentadas cubren la Tierra, y  los niños  se echan a perder sin ángeles que los orienten y los guíen.

10/4/16

GANADOR SEMANAL DEL CONCURSO DE MICRORRELATOS NEGRA Y CRIMINAL




GOURMET


Hojeaba en la librería restaurante una novela de Mankell, atento al menor intento de fuga, cuando la cabeza rodó por el suelo. De un puntapié, Coral la estrelló contra los anaqueles de libros de aventuras marinas. Cayeron en estrepitosa desarmonía. A punto de ahogarnos, la rapidez de un empleado, recogiéndolo todo, evitó la tragedia. Volvimos a lo nuestro en una calma chicha que enseguida rompió la niña de la falda vaquera. Y todo por un príncipe sin encanto que huía del zapato lanzado por la segundona del cuento. El guarda jurado movió su metro noventa para restablecer el orden a golpe de porra y bofetadas. Luego ocurrió lo de la abuela que curioseaba con la nariz metida entre fotografías de rottweilers, bullterriers y dogos. No se pudo aprovechar nada.
     Aquel mediodía, el cliente despistado era un chico con un ojo oculto tras un flequillo negrísimo y desfilado. Expectantes, lo vimos acercarse a la sección de libros de terror. Casi lloramos de emoción cuando la sierra hizo su trabajo.
     Olía de fábula aquel asado. Y el sabor era exquisito. Lástima que Coral bajara la guardia con aquel libro de ciénagas y cocodrilos; me habría gustado comer acompañado.


Para escuchar el programa clicar aquí