30/4/18

LA NARIZ. (DUELOS). LA REDONDA TE CUENTA


Mamá se fue la madrugada del dos de noviembre, pero ella no lo sabe. Me busca a cualquier hora del día o de la noche para hablarme de la abuela que murió hace años, del paso del tiempo, de la vejez y de la enfermedad a las que ha temido toda su vida. Está transcendente, aunque no por eso deja de cocinar, planchar, poner la lavadora y ver las telenovelas. Yo no tengo ganas de hacer nada. Aún no he superado la pérdida.
 
Mamá ha sido muy guapa desde niña, y la nariz siempre fue su mayor orgullo. Perfecta como la de Cleopatra, aunque Cleopatra no tenía una nariz tan recta. Yo retiro los espejos a su paso. Cubro el de la entrada con una sábana, el del cuarto de baño con un pañuelo. Todo para que no vea que su nariz, su hermosa nariz, ha comenzado a descomponerse. Todo para retardar el momento aterrador en que se dará cuenta de que está muerta.

21/4/18

LA CULPA. RELATO GANADOR DE LA SEMANA EN WONDERLAND Y ACCÉSIT TRIMESTRAL

Tomada de la red
  
Contenta de ganar esta semana el Wonderland, en inmensa compañía. Paloma Hidalgo, Pablo Núñez, Antonio Diego armijo Gutiérrez, Pilar Alejos Martínez, Belén Sáenz Montero, Gabriel Pérez Martínez, Miguel Ángel Páez y Ángel Saiz Mora. Mi enhorabuena a todos.

Una gota resbala de la marquesina, emancipada del cielo ceniza. Me sorprende, heladora sobre el párpado derecho. Escurre desde mis pestañas hasta la mejilla y busca camino hacia la boca. Y entonces él. Me mira. Lo ignoro. Se acerca aún más. Veo un dedo temblón ir hacia mi cara. Lo esquivo. El autobús se acerca. Levanto la mano derecha. Entonces lo escucho. Que no quiso hacerme daño, dice. No sé de qué me habla. Pero le digo que estoy bien, que lo deje. Intento fallido. Comienza con un mea culpa sin sentido. Esta vez confundió la lluvia con una lágrima.
Si queréis escuchar el relato, clicad Aquí.
(Hacia el minuto 26:27)
FINALISTAS DE OTRAS SEMANAS

MI CAMINO
Ayer vino Mati a visitarme. Lo hace a menudo. Me coge una mano, la besa, la acaricia y habla con la dulzura del caramelo de miel. «No sabes lo lista que es mi Andrea», me cuenta. «Y a Pablo le va muy bien en el negocio», continúa. Yo dejo la mirada perdida en un punto escapado de su jersey, o en el lóbulo alargado de su oreja, y hago como que estoy ida. Me da pena este hombre. Quiere que lo envidie, que me arrepienta de haberlo rechazado hace tantos años. No entiende que yo nunca quisiera formar una familia.

VERGÜENZAS
El niño más guapo del colegio me preguntó si la señora de la puerta era mi madre y yo lo negué. Me salió una mentira en la uña. Si me la pintaba, ella me quitaría la pintura con acetona. Pensé en pillármela con la puerta para que se pusiera negra, pero fui cobarde. Para tapar esa mentira le conté otra, y luego tuve que contarle otra, y después otra. El día que me cortaba las uñas, la tenía toda blanca. La acarició con su dedo corazón, luego me dio una cucharada de calcio 20, la única medicina que me gustaba.

ETERNIDAD

María nace cada noche, cuando en las calles brotan bodoques de luz y en el cielo se asoman estrellas entre jirones. Le gusta subir al edificio más alto de la ciudad y contemplar el bullicio de las grandes arterias. Jóvenes insolentes que se creen inmortales y viven al límite. Los ama. Son como ella. Se compadece por los sintecho que acurrucan su desgracia bajo cartones. Así que, aunque le repugne, espera a que el chófer de una limousine detenga el vehículo y abra la puerta, para lanzarse sobre el ricachón que salga y clavarle los colmillos en su sucia garganta.


DESEOS

Mamá y yo volvemos cansados pero contentos del trabajo. Papá nos espera en casa con un vestidito que ha comprado esa tarde. Ella dice que tal vez no sea lo que espera y le reprocha que gaste a tontas y locas. Él responde enfurruñado que en caso de que haya que devolverlo puede hacerlo hasta final de año. Sufrirá una decepción. Sin embargo, cuando se tumban en la cama, mamá le guía la mano  y, si no fuera por esta pared que nos separa, tocaría la mía. Da igual que sea niño. Lo querré igual, susurra. Luego se duermen, abrazados.
 
SALIDA DE EMERGENCIA

Baja la escalera deslizándose a horcajadas sobre la barandilla, sin hacer caso de sus advertencias. Siempre raja un tetrabrik de leche, dejando un camino blanco desde el supermercado a su casa, a pesar de las broncas. Atranca la puerta de su habitación con una silla. Se pone los auriculares para no escuchar los golpes ni las voces airadas de sus padres. Pero todo se cuela y le llega. Mira el reloj. Hace un mes, diez minutos. Esta semana, cinco. Hoy solo les dará cien segundos. Si no se callan, saldrá por la ventana y salpicará de rojo su vía láctea.