17/9/14

AGOTAMIENTO

Fotografía tomada de la red.


Salgo de la boca del metro. Miro el reloj. Camino hacia el trabajo. Escucho el sonido acolchado de mis pisadas en la acera. Una masa compacta imantada a la Tierra. Con un pie en alto, a punto de caer en la raya blanca del paso de cebra, se desprende y eleva un ectoplasma de mi cuerpo como muda de serpiente. Y conforme sube, observa cómo ese otro de carne y hueso, primero es una pigmeo y después una hormiga a punto de caer bajo las ruedas de un coche. Cuando llega a la estratosfera, de mi vida no queda nada.

16 comentarios:

Luisa Hurtado González dijo...

El inicio me llevó a una agotadora jornada laboral. Después, poquito a poco, me fuiste zarandeando hasta quedarme rota con ese ectoplasma. Y después... jo, menudo agotamiento, el definitivo.
Besotes

Unknown dijo...

Impresionante y súbita mutación inmediata a la muerte y a la pérdida del empleo.

Lola Sanabria dijo...

Agotarse, extinguirse, un mal que a todos nos afecta, Luisa.

Las pérdidas, Carlos, vienen así, como un mazazo en la cabeza.

Abrazos muy vivos.

Cora Christie dijo...

Del ser a la nada. De no poder. De acabar.
conciso, duro, real.
un abrazo

Lola Sanabria dijo...

En pocas palabras, tú lo has dicho, querida Cora.

Abrazos, muchos.

Yolanda dijo...

Original forma de mostrarnos esa sensación que ¿quién no ha sufrido?, unas imágenes impactantes que calan en el lector.
Enhorabuena.

Besos.

Yolanda dijo...

Imágenes impactante para mostrar una situación que ¿quién no ha sentido en alguna ocasión? El micro llega al lector con fuerza.
Un abrazo.

Lola Sanabria dijo...

Gracias, Yolanda, por partida doble.

Abrazos inagotables.

Juan Leante dijo...

Me tocas una fibra muy sensible con tu relato, vamos que me resulta demoledor para mi maltrecha cabeza.
El otro día andaba yo dándole vueltas ... Mejor lo dejo y no echo más leña al fuego.
Un beso.

Amando García Nuño dijo...

Está demostrado que para entender la vida, los pasos de cebra no sirven. Resultan más útiles los semáforos. En ámbar, claro.
Abrazos, siempre

Lola Sanabria dijo...

El ámbar es de lo más estimulante, Amando.

Triple de abrazos soleados.

Lola Sanabria dijo...

No le des tantas vueltas a la cabeza que te cogerás un colocón, Juan. Estas cosas hay que digerirlas poco a poco. Y así vamos caminando.

Un abrazo y dos besos.

Nenúfar dijo...


Muchas veces la destrozona muerte llega así de contundente e imprevista.

Al leer tu relato, Lola, me pregunto si en el momento de la muerte nos desdoblaremos, como le ocurre a tu personaje, y veremos nuestros cuerpos inertes mientras nos dirigimos a algún lugar, dimensión, etc.
No tengo respuesta.

Un abrazo.

Lola Sanabria dijo...

Nunca lo sabremos, Nenúfar, pero podemos hacer literatura con ello.

Besos lluviosos.

Anónimo dijo...

Eso sí que es agotamiento, del ser a la nada en segundos. La desaparición. Como siempre, nos haces pensar mientras disfrutamos de la lectura

Un abrazo grande

Lola Sanabria dijo...

El agotamiento físico y el psíquico, no se sabe cuál es peor, Elena.

Abrazos descansados.