'A menos que enseñemos a los niños la Paz,
alguien más les enseñará la Violencia' (Colman McCarthy).
El guiso se hace en la
cazuela. Samuel quiere cooperar. Le pido el orégano. Abre la puerta del armarito,
coloca en fila los botecitos de especias y los pone a pelear. Busco
instintivamente la alianza en mi dedo. La perdí con Antoine, lo mismo que mi
trabajo como abogada especialista en derecho internacional. Ayudar a ONG a rescatar a los niños de un infierno. Ese era el trato. No implicarme
personalmente. Pero la solidaridad y el apoyo no siempre los protegía a todos. A
aquel niño no pude dejarlo atrás. Un caso difícil, mucho. Tenía la mirada dura
de los que les han arrancado la infancia de cuajo. Se aferraba al fusil. Sacarlo
de allí y fortalecer el músculo del amor se convirtió en mi prioridad y el mayor
reto de mi vida.
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