Debajo de mis
párpados cerrados.
Ahí resides y
vienes a buscarme cada noche.
No sé si hay un hueco infectado,
en este saco de
huesos,
que sostiene mi
cuerpo descarnado,
donde reside el
dolor palpitante y sin tregua.
O es un todo que
agota el soplo de vida.
Entierro la espada de la ira debajo del jergón
donde anidan los parásitos.
Debajo de mis
párpados cerrados
se expanden
soles, lunas y planetas.
En el centro de
mi universo reinas tú.
Cuando nuestras
miradas se cruzan
de paso por el
patio, cada uno a su destino,
los ojos
hundidos, la boca en una línea amarga,
se transmutan en sonrisa de esperanza y luz.
Exigirle a
nuestro cuerpo agotado que aguante,
un nuevo
amanecer, día a día.
Acercarnos a la
salvación y el reencuentro.
Cada uno desde
su determinación.
Arañaremos los
minutos, los segundos de vida.
Le ganaremos la
batalla al tiempo del terror.
Y nos fundiremos
en un abrazo.
Nunca más
separados por alambradas.
2 comentarios:
Esperanzador dentro del horror.
Un abrazo, Lola
Siempre militante. Siempre
El amor que da fuerzas, querida Cora, para no tirar la toalla.
Abrazos cálidos.
Publicar un comentario