Fotografía tomada de la red. |
EL JUEGO
Día de pasar visita en el
hospital. Me esperan la bata blanca y los locos de siempre a por sus recetas.
Dejo de patear el andén, arriba y abajo. Tengo delante una cabeza rapada, otras
con coleta, media melena, con rizos, sin rizos... Cazadora, blazer, abrigo...
Pantalón, falda... Zapatos planos, de tacones, deportivas... Elijo a la chica
de la coleta rubia, cazadora negra, pantalón vaquero y zapatillas. El tren
asoma el morro por el túnel. Unos pasos, y me pego a ella. Acaricio su espalda
con el dorso de la mano. Gira la cabeza
y mírame; si sonríes, te perdono.
LOS DESHEREDADOS
De niña, paralizaba, como hielo congelando los pies, aquel silencio invernal. Me asomaba a la puerta y respiraba humo y grisura en la calle. Pasaba al lado del cementerio donde los muertos, sin apenas poder moverse, hablaban en susurros, con la humedad de la tierra metida en los huesos, y quería alboroto. Pero ahora que soy mayor, escucho un ruido ensordecedor de iras y leyes que amordazan; ahora, digo, echo de menos unos muertos más vivos que toda esta jauría que grita, empuja, arroja al mar y deja que millones de seres humanos pierdan la palabra mientras tiritan de frío.
EN EL PATIO TRASERO
FINALISTAS
De niña, paralizaba, como hielo congelando los pies, aquel silencio invernal. Me asomaba a la puerta y respiraba humo y grisura en la calle. Pasaba al lado del cementerio donde los muertos, sin apenas poder moverse, hablaban en susurros, con la humedad de la tierra metida en los huesos, y quería alboroto. Pero ahora que soy mayor, escucho un ruido ensordecedor de iras y leyes que amordazan; ahora, digo, echo de menos unos muertos más vivos que toda esta jauría que grita, empuja, arroja al mar y deja que millones de seres humanos pierdan la palabra mientras tiritan de frío.
EN EL PATIO TRASERO
Le gusta el rebullir de la vida. El grano de arroz de la paella del
domingo arrastrado por la hormiga. La vibración delicada de las alas de
la abeja cortejando la eclosión de la flor. La brisa moteada de sol
cimbreando el vello del brazo. La frescura del manantial al otro lado
del muro. La dulzura de las mimosas del Paseo de las Ánimas. Y cuando la
noche exterior entra con sus fogatas en el cielo, la oye venir. Coge el
bastón y tanteando, va y atranca la puerta. Aún no estoy preparada, le
dice a la de la guadaña.
EL REGALO
Ayer fue mi cumpleaños. Vinieron mis hijos y también mis nietos. Una excepción, pero dadas las circunstancias, seguro que los obligaron. Ellos creen que los necesito, pero no es así. En cuanto se fueron, lo recogí todo y me fui a mi sillón y puse la radio. Justo a tiempo de escuchar tu dedicatoria, Manuel. Y nuestra canción tirando del hilo de los recuerdos. Aquel verano bañándonos en la laguna, la ropa mojada, nuestras risas, el primer beso. No sé cuántos años habrás dejado dispuesto tu regalo, seguro que tantos como me queden de vida. Tú siempre cuidaste los detalles.
Ayer fue mi cumpleaños. Vinieron mis hijos y también mis nietos. Una excepción, pero dadas las circunstancias, seguro que los obligaron. Ellos creen que los necesito, pero no es así. En cuanto se fueron, lo recogí todo y me fui a mi sillón y puse la radio. Justo a tiempo de escuchar tu dedicatoria, Manuel. Y nuestra canción tirando del hilo de los recuerdos. Aquel verano bañándonos en la laguna, la ropa mojada, nuestras risas, el primer beso. No sé cuántos años habrás dejado dispuesto tu regalo, seguro que tantos como me queden de vida. Tú siempre cuidaste los detalles.
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