16/5/15

ADAPTACIÓN


Tomada de la red.


No compartía mesa conmigo, mucho menos la cama. Me dejaba corretear por la cocina y, de vez en cuando, tomar el sol cerca de una maceta, a la entrada de la casa. Hasta que se completó el proceso. Para evitar un accidente fatal, dijo, me encerró en el cuarto destinado a los hijos que proyectábamos tener, devenido en trastero. Víctima de una gran depresión, sólo salía de entre las cajas de cartón al escucharla abrir la puerta para dejarme comida. Pero cuando llegaron los primeros calores, ella abrió un poco las hojas del postigo de la ventana. Renací con la primavera. Salí al jardín. Me solazaba entre una caja de madera manchada de fresas y la monda de una manzana, cuando la vi brillar debajo de dos huesos  engarzados de cerezas. Me quedé prendado de la rubia. La traje a vivir conmigo. Con mucha discreción, en un hueco del colchón de goma espuma,  preparamos la nidada.

5 comentarios:

Luisa Hurtado González dijo...

Como te gusta mantanernos en vilo hasta el final, y leer el texto dos veces. Esas frases cortas.

Buenos días, buenos besos

Lola Sanabria dijo...

No todo lo va a poner el que escribe, Luisa. El que lee también tiene que esforzarse un poco.

Abrazos a mares.

Amando García Nuño dijo...

Es lo que tenéis los buenos escritores, que domináis a la perfección la ejecución de estos relatos del medio oeste, con sus gasolineras y sus pueblos de arena.
Abrazos, siempre

Yashira dijo...

Qué bonito y qué intrigante... Puedo imaginar muchas cosas aunque no sé si acertaré en alguna ¿Nos desvelarás el misterio Lola?

Lola Sanabria dijo...

Amando, y sus habitantes que se metamorfosean.

Yashira, los misterios que desvelan otros, seguro que no se acercan ni de lejos a la verdad de cada uno.

Abrazos a pares.