14/11/13

TATUAJE

Fotografía tomada de la red.

Con catorce años mis primos me contagiaron la varicela y, aunque tomé cápsulas de aciclovir, la erupción se extendió por el pecho, la espalda, el cuero cabelludo, las orejas, los genitales y entre los dedos de los pies. Todo lleno de vesículas que mi madre trataba con polvos de talco. A pesar de sus recomendaciones para que no me rascara y de mis esfuerzos para hacerle caso, al final infecté unas cuantas con las uñas y me quedaron varios círculos en el hombro izquierdo, como un huecograbado. Procuraba taparlos con mangas y tirantes anchos hasta que conocí a mi marido. A él le gusta pasar por encima la yema de los dedos. Dice que parece un racimo de uvas, pero yo presumo de mimosas porque brotaron en primavera.

9 comentarios:

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Jejej, que bonito y entrañable, para llegar a ese final tan espectacular, me ha encantado.
Besicos muchos.

Petra Acero dijo...

Bueno, qué desenlace más positivo. Me gusta. Me ha sorprendido el giro, el quiebro argumental, ese enfoque final lleno de belleza, de primavera.
Hasta las imperfecciones o marcas de la piel dependen del color del cristal con el que se miren.

Un abrazoooo

Lola Sanabria dijo...

Me alegro de que te haya encantado, Casa.

Si quieres ver fealdad, la ves hasta en una flor, y lo mismo ocurre con la belleza, Petra.

Doble de abrazos.

Pedro Sánchez Negreira dijo...

¡Me gusta, Lola! Y confieso -una vez más- una admiración profunda al arte con que consigues hacer literatura de los cotidiano. Encuentras donde otros ni siquiera vemos.

Un abrazo,

Lola Sanabria dijo...

Muchas gracias, Pedro. Lo cotidiano te acaricia o rasga la piel.

Par de abrazos.

Nicolás Jarque dijo...

Lola, un relato que logra al final, dentro de esa marca quizás nada agraciada, extraer poesía. ¡Excelente!

Abrazos sin varicela.

Lola Sanabria dijo...

Hay marcas, Nicolás, que la persona consigue hacer bellas.

Abrazos a pares.

Cora Christie dijo...

Una mente capaz de transformar el recorrido que va desde las cicatrices de una varicela inmisericorde, hasta un tatuaje en huecograbado, sensual y multiforme, merece tener una protagonista a la que se adivina un futuro prometedor en la escena.

Para encuadernar.

Besos

Lola Sanabria dijo...

Así lo creo yo también, querida Cora.

Abrazos, muchos.