13/3/11

EL ÚLTIMO CUENTACUENTOS






Agustín ha querido sumarse al homenaje que hago más abajo a Manolo y me ha regalado esta belleza de relato. Gracias, Agus.










Los días de feria la plaza mayor se llena de comerciantes, artesanos, vendedores ambulantes, acróbatas, titiriteros y nigromantes que pugnan por atraer la atención de los que por allí pasean. Ajeno al bullicio, un anciano deambula cabizbajo entre la gente. Antes solía madrugar para coger sitio. Hoy es el único que aún viene por aquí. Cuando llega bajo el soportal detiene sus pasos y comienza a hablar. Al principio nadie le presta ningún interés, pero pronto se acercan unos niños. Luego algunas mujeres. Y en apenas un instante, una muchedumbre se agolpa alrededor suyo. El hombre gesticula, alza la voz y mueve los brazos sin cesar. Sus ojos, desorbitados, escudriñan a cada uno de los allí presentes. El hombre devora las palabras. Y éstas, hambrientas, se comen las orejas de todos los que escuchan su increíble historia. Esta mañana cuenta una antigua leyenda que le explicó su padre. De repente, se oye un terrible alarido y un batir de alas metálico. Alguien grita y señala el cielo. En lo alto, un dragón de tres cabezas escupe fuego y se abalanza contra un valiente caballero. Éste blande la espada y se defiende con su escudo. Tras un intenso combate, la bestia malherida cae sobre la plaza. La multitud aplaude, se dispersa y vuelve otra vez a sus cosas. El hombre desaparece. Y el dragón, moribundo, exhala su último y definitivo suspiro.


Agustín Martínez Valderrama

9 comentarios:

Rocío Romero dijo...

Lola, no veo el homenaje de Manolo, pero no sé si estaré mirando donde debo... Gracias por el cuento, Agus -está claro- es un todo terreno a imitar.
Precioso Agus, se lo leeré esta noche a los niños y querrán convencerme de que lo he escrito yo para presumir (¡lástima! :-)
Besos a los dos

Lola Sanabria dijo...

Rocío, hermosa, el homenaje es por el post de más abajo: Las historias de Manolo.

Gracias por dejar constancia aquí de la belleza que es este relato.
Yo también se lo leería a mis hijos si fueran pequeños, ahora no se dejan.

Besos al cubo.

Mónica Ortelli dijo...

He leído las historias de Manolo, los comentarios de los lectores, tus respuestas, Lola, y el hermoso micro en homenaje que ha escrito Agustín. Con todo me he dado cuenta de que me he perdido esa emoción que sí han tenido algunos de ustedes al escuchar a auténticos narradores orales en las plazas. Al menos en mi ciudad no los hubo cuando yo era chica.
Abrazos.

Lola Sanabria dijo...

Millón de gracias, Mónica, por dejar tu comentario aquí. Sí, algunos tuvimos la suerte de escuchar historias muy bien contadas.

Besos, mil.

AGUS dijo...

Gracias a tí Lola, por dejarme sumarme a este homenaje y por poner siempre los puntos sobre las “ies”. La desaparición de estas figuras, tarde o temprano, nos pasará factura. De hecho, los estudios dicen que esta generación lee mucho menos que la de nuestros padres. En fin...

Abrazos y gracias por tu hospitalidad.

Manu Espada dijo...

No sabía de Manolo, gracias por la información a través de este bonito homenaje que le hacéis a pachas Agus y tú, Lola. Besos.

Nenúfar dijo...

"El hombre devora las palabras. Y éstas, hambrientas, se comen las orejas de todos los que escuchan su increíble historia". He entresacado estas frases del texto de Agus porque me parece que resumen bien y bellamente el arte del buen contar.
Yo no he escuchado a los cuentacuentos en las plazas, pero sí en las bibliotecas y otros espacios culturales, y me encantan. Además, disfruto tanto con los cuentos para adultos como con los infantiles.

Un abrazo.

Lola Sanabria dijo...

Más como éste, me gustaría recibir de regalo, Agus.

Gracias, Manu, por dejar tu huella al pasarte por aquí.

Besos a repartir.

Lola Sanabria dijo...

Gracias, Nenúfar por dejarnos tu aportación a este homenaje.

Besos madrugadores.