4/7/18

INFORMACIÓN PRIVILEGIADA


Tomada de la red.

Aquel sí que fue un patadón en toda regla. El ¡¡¡gooooool, gooooool, goooool!!! a voz en cuello de Joseba traspasó tabiques, rebotó en los cristales provocando un cimbronazo amenazador, y tembló el misterio. Él, rojo y con los ojos redondos y brillantes como canicas, y yo con un goterón a punto de desbordarse del lagrimal. Me quedé noqueada durante un tiempo, sin fuerzas para levantarme del sofá y coger los huevos, la sartén y la paleta. Respiré hondo unas cuantas veces y, mientras lo hacía, rogué para que no hubiera más que un regate suave, un desganado llevar el balón de un lado a otro de los jugadores; movimientos flojos y pacíficos, por favor, por favor. Y en eso pitaron el descanso. Así pues, mis súplicas habían sido escuchadas por una diosa maternal. Cuajé la tortilla lo más rápido que pude, la dividí en dos trozos, le llevé el suyo a Joseba, que puso el plato sobre las rodillas mientras no quitaba ojo al televisor por aquello de la repetición de las jugadas, y me comí en dos bocados el mío en la cocina antes de desaparecer tras la puerta de mi habitación. Atrincherada y con las rendijas tapadas con toallas y camisetas, me llegaba amortiguado el griterío de la calle, el del salón de mi casa, los petardazos en el descampado vecino. O sea que ganaba España. Me tumbé en la cama y tuve mi rato de tranquilidad y buen rollito. Apenas un golpeteo de ¡eh, que estoy aquí! Yo miraba el techo con sus luces y sombras y me parecían porterías y muñequitas de colores que se desplazaban por un campo imaginario. Tal era la situación.

            Antes de quedarme dormida con una sonrisa de satisfacción, recordé las veces que Joseba me tocaba la tripa mientras decía con orgullo, como si fuera el Sumo Hacedor: «Será un pichichi, un futbolista de primera, ya lo verás». Y por las patadas que daba cada vez que escuchaba a su padre vociferar un gol,  posiblemente acertaría. Sólo que no sería un, sino una. De momento, esa información me la guardaba para mí sola. Ya llegaría el momento de soltarla, ya.

4 comentarios:

Juan Leante dijo...

Solo que ahora los mejores equipos son los femeninos. Eso sí,no son noticia.
Besos.

Lola Sanabria dijo...

Vamos avanzando. Las chicas, digo.

Abrazos flojitos por la calor.

Cora Christie dijo...

Pero que preciosidad de relato tierno y divertido, Lola.

Y con el secreto madre-hija de la gestación de una futura Balón de Oro.

Deliciosa la tortilla.

A veces, paseando por tus relatos, me pregunto que "palo" te queda por tocar

Lola Sanabria dijo...

Generosa como siempre, querida Cora.

Mil abrazos.