16/10/23

EN LA CALLE. Finalista del Certamen de Microrrelatos SUR - III Premio Pablo Aranda

 



Aquel dibujo en el asfalto había captado a la perfección el movimiento. Una pierna doblada hacia atrás, como en el aire, y la otra tocando el suelo. Más que andar, corría. Y los brazos. El derecho con la mano abierta, como si quisiera agarrar una rama, o enlazar unos dedos amigos. El izquierdo hacia atrás, doblado por el codo, impulsando el cuerpo. Unos trazos de tiza que trascendían, de alguien que amaba a la humanidad. Podría haber sido una obra de arte, si no fuera porque enmarcaba una gran mancha roja y correspondía al perfil del cuerpo de una mujer recién asesinada.

APRENDIZAJES. SELECCIONADO MES DE SEPTIEMBRE EN EL CONCURSO DE MICRORRELATOS DE ABOGADOS

 







Sobre la mesa de la sala que presido en el Juzgado, hay un florero con varas de lavanda. Me lleva de retorno, en el recuerdo, al lugar donde fui feliz. Cerraba los ojos para formular el deseo y aparecía mi padre a lo lejos, levantando polvareda en el camino. Antes de entrar en la casa, se paraba un momento y aspiraba el perfume de las flores. Decía que aquella maravilla era fruto de un pacto entre agua y tierra.
Volvíamos del Juzgado. Por primera vez fui a ver cómo mi padre dictaba sentencia. Yo iba conectada con unos auriculares oyendo música y no oí su voz de alarma. Un volantazo esquivó al arce parado, imponente, en mitad de la carretera. «Presta atención a lo que estés haciendo. Tanto si juzgas un delito, como si conduces un coche. Son vidas que dependen de ti», dijo. Echo de menos a mi padre.