7/5/13

LA SOLEDAD DE LA BORDADORA

Fotografía tomada de la red.


A veces regreso a las tardes de escuela. Trenzo la madeja de hilo Moliné mientras me llega el griterío de la última pelea en el patio, la voz de la maestra disolviendo y provocando temblores de llanto. Y ya dispuesta, la aguja diminuta enhebrada, el bastidor, las tijeras y el punzón sobre el regazo, dejo de prestar atención a la compañera que escribe en la pizarra la fecha del día siguiente con tiza blanca, a los rezos del rosario. Los ojos fijos en la flor, atentos a la puntada larga, a la corta, del matizado. Y las imágenes van brotando, desenroscándose y estallando en colores y formas. Sueños de infancia y adolescencia.

15 comentarios:

Petra Acero dijo...

Melancolía, pérdidas, vivencias, añoranza... Desgranadas entre ternura y belleza que tensa el espíritu con calma y tristeza.
(Desecha la pésima rima y de cada una de esas palabras me ha llenado tu relato).

Besos, Lola.
Amparo

CDG dijo...

A veces es mejor perderse en el bordado, aunque pinche.
Un abrazo.

Rosa dijo...

Yo odiaba las labores del hogar. No fui capaz de acabar ningún tu y yo. Hubiese preferido hacer marquetería, pero a las niñas no nos dejaban.

Besos desde el aire

Lola Sanabria dijo...

¡Qué bien te has empapado de todo lo que puede transpirar el relato, Amparo!

O entretener el tedio soñando, Carlos.

Yo hubiese preferido pintar en la pizarra con tizas de colores, Rosa.

Abrazos madrugadores.

Javier Ximens dijo...

Buen relato y buenos recuerdos. Aquellas escuelas de estufas y tarimas, de tinta china y plumillas. De la leche en polvo y recreos de barro. Qué bien lo describes.

Nicolás Jarque dijo...

Lola, qué capacidad de transportarnos a la infancia de la mano de esa bordadora que sospecho que sigue tan gris como en la infancia. Y es que los remiendos de la niñez no son tan fáciles de coser.

Abrazos sin aguja que pinchan.

Pedro Sánchez Negreira dijo...

A mí esa evocación me deja un sabor de pena, más dulce que amrgo, pero pena al fin.

Gran micro, Lola.

Un abrazo.

AGUS dijo...

Un poema en prosa. Me recordó los paisajes de Machado, sus tardes. Me sorprende el cambio de registro, pero no tu talento y destreza para contar lo que no se puede contar.

Abrazos, besos.

Juan Leante dijo...

Cómo me gustaría verme por un agujero, cuando imágenes como las que tan bellamente representas, evocan en mí una morriña casi insoportable.
Besos.

Lola Sanabria dijo...

Bonita fotografía, Ximens, la que nos has dejado.

Con hilo resistente y mucha paciencia, tal vez queden restañadas las heridas, Nicolás.

Un soplito entre nostálgico y triste, Pedro.

Me apetecía una a lo Machado, Agus. Y qué bien lo captaste.

Esa morriña se va con un finde marino, Juan.


Abrazos a mogollón.

Salvador León. dijo...


A mi me recuerda Lola, a la vacuna en el brazo las vistas de olivos alineados en la ladera de puertocacho y la palmeta encima del armario. ¡ Que tiempos!.Tan lejanos y diferentes, y tan evocadores y recurrentes. Muy bien contado. Un abrazo con botas catiuskas, para ir a la escuela pisando todos los charcos.

Lola Sanabria dijo...

Evocación, tú la has llamado, Salvador.

Par de abrazos soleados.

Eva Th. dijo...

La bordadora en soledad me ha trasladado hasta el Grupo Escolar S.I. y una punzada de tristeza se me ha colado entre su imagen casi equivalente a una toma cinematográfica.

Hilado finísimo, caligrafía de amanuense...

Miguelángel Flores dijo...

Qué gusto da leer del pasado tuyo ese que te inventas.
Es un texto Sanabrio, Sanabrio.

Un abrazo XXL, Lola, que te tengo mu abandoná (bueno, y a to el mundo).

Lola Sanabria dijo...

La evocación de aquellas soledades suele provocar algún pinchazo, como bien dices, Eva.

Si vuelves por aquí de vez en cuando, ya no se siente tan sola la bordadora, Miguel Ángel.

Doble ración de besos.