19/10/12

VÉRTIGO



El último bufido del autobús me deja en el desamparo de una mañana aún sin abrirse a la luz. Respiro hondo. Suelto aire. Respiro hondo. Suelto aire. No lo pienses, me animo. Y comienzo a subir las escaleras. Arriba, arriba, elevando mi metro cincuenta y seis de la seguridad del ras de suelo. Miro al frente. Un pasillo estrecho, bordeado por una barandilla que me llega a la altura del pecho. No lo pienses, repito. Un paso, luego otro y cruzaré el puente enseguida. Aferrada al metal hollinado. Si no viera, tal vez sería más fácil. Hacia adelante. Un tramo pequeño y me encuentro suspendida sobre las luces que van y vienen por la carretera. Entonces miro hacia arriba. Pomos de estaño que abren la puerta de mi memoria. Esa es la estrella polar, señalaba mi hermana en las noches de verano, las dos sentadas en el umbral de nuestra casa. Y en esa de allí vive ahora la abuela. Yo tragaba saliva. Todo giraba alrededor. La agarraba fuerte de la mano y ella me llamaba miedica. Vuelvo a mirar al frente. Dejo atrás el vacío bajo mis pies. Sonrío. En el cielo brilla el lucero del alba.


17 comentarios:

Yashira dijo...

Preciosa historia nos has dejado Lola, me gusta mucho, deja un sabor de ternura con los recuerdos, dentro de esa angustia que se nota en esas frases cortas, como si faltara la respiración.

Un abrazo desde mi mar,

Juan Leante dijo...

Conozco bien lo que es pasar por esa situación (lo mío es sostener el avión por los brazos del asiento), pero no sería capaz de describir tan bien lo que se siente en esos momentos, de la forma como lo haces tú.
Besos con los pies en el suelo.

AGUS dijo...

Sí, coincido con Juan en destacar la construcción psicológica de ese instante. También, el manejo de la elipsis para señalar de forma sutil la historia pasada. Y la gestión de los tiempos. Emociona.

Abrazos, besos.

Susana Camps dijo...

Qué bien esculpes los momentos de debilidad, maestra. Y los lazos afectivos.
Fuerte abrazo

Elena Casero dijo...

Sí, yo también sé lo que es el vértigo y me siento identificada con ese retrato psicológico.

Me ha puesto los pelos de punta

Besos lluviosos

Lola Sanabria dijo...

La ternura y la dureza de la vida, Yashira, van unidas de la mano.

Es que tú, Juan, le das mucho a la cabeza y empiezas a pensar en cómo será que este chisme se mantenga en el aire, con lo que pesa, y así lo pasa mal cualquiera.

A mí también me emociona y me da tembleque, Agus, cada vez que tengo que cruzar el dichoso puente.

La debilidad y la fuerza, Susana, también van de la mano.

Los pelos de punta y los dedos como garfios agarrados a la barandilla, Elena.

Abrazos a repartir.

Miguelángel Flores dijo...

Es de los pocos, que por falta de tiempo, me leí allí. No recuerdo si te lo comenté, pero es seguro que no me lo perdí.
Es otra de esas historias tan reales que parecen siempre fruto de tu memoria más que de tu imaginación.

Otro más.

Rocío Romero dijo...

Jo Lola,
Esta noche se lo enseño a mi marido, que también lleva el avión bien sujeto durante todo el trayecto y mira hacia arriba en los balcones.
Cada vez escribes mejor, guapa... "Pomos de estaño" te la robo sin piedad :-) (no la voy a usar pero me la quedo para siempre).
Muchos besos

Lola Sanabria dijo...

Otra víctima del vértigo, tu pobre marido. Dale un beso solidario contra el mareo, de mi parte.

Puedes quedarte con lo que quieras, Rocío, guapa.

Besos, tantos como estrellas.

CDG dijo...

Un retrato realista: eso has conseguido, así lo he leído, totalmente metido en lo que cuentas.
Un beso.

Pedro Sánchez Negreira dijo...

¡Cuánta intensidad, Lola! ¡Qué forma tan brillante de construir un personaje sólo desde dentro, a la que le adivinamos el género por un mínimo matiz! ¡Cuánto cuentas sin escribir!

Brillante, sencillamente brillante.

Un abrazo

Manu Espada dijo...

Esos puentes dan vértigo, pero el miedo a las alturas se supera mirando las estrellas, o eso dice mi hermano, que es marino y sabe guiarse por el mar a través de ellas. Besos.

Lola Sanabria dijo...

El punto de partida, o inspiración, Miguel Ángel, es real.

Así es, Carlos, real como la vida misma.

Son las estrellas las que brillan, Pedro, pero gracias por ver algo de brillo en el relato.

Espero que así sea, Manu, de momento las paso canutas.

Abrazos a repartir.

LA CASA ENCENDIDA dijo...

Me siento muy identificada con este precioso relato. Espero que tengas mucha suerte.
Besicos muchos.

Lola Sanabria dijo...

Parece que somos muchos los que sufrimos el mal del vértigo. Bienvenida al club, casa encendida.

Abrazos agradecidos.

Elysa dijo...

Ya no lo sufro, Lola, el vértigo, pero no he podido evitar recordarlo mientras leía tu micro, ¡¡uff!! esas frases cortas hacen vivir esa sensación.

Muy bueno.

Besitos

Lola Sanabria dijo...

Suertuda que eres, Elysa.

Abrazos, muchos.