3/6/10


INTRUSO
La cena se enfriaba en la mesa. Los periquitos soñaban con una montaña de alpiste, bajo el paño negro que tapaba la jaula. El gato devoraba periquitos, dormitando a los pies de la cama. La mujer, con la sartén en la mano, yacía en el suelo de la cocina, y soñaba con nada. Los niños hacían caso a su mamá y jugaban al escondite con el afilador de cuchillos.

RECELO
La cena se enfriaba en la mesa todas las noches. Allí nadie probaba bocado. Miraban la comida, la olían, la esparcían en el plato con el cuchillo. La abuela jugaba con la lengua a meter y sacar la dentadura. Papá pasaba las púas del tenedor por la loza, provocando el rechinar de dientes de doña Úrsula. Uno tras otro abandonaban la mesa y me buscaban en las caballerizas. Pan y manzana: seis euros. Vaso de leche con galletas: doce. Una nota anónima de advertencia a cada uno, y el “pequeño bastardo”, como solían llamarme, se estaba haciendo rico.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Jopeeee... Intruso, por lo no dicho, por lo dicho y por lo que se imagina el lector.


Abrazo


R.A.

Lola Sanabria dijo...

Gracias R.A. Besos volados que hace un calor de morirse.

Miriam Márquez dijo...

Fantástico, Intruso. Por lo que no dices. Saludos.

Lola Sanabria dijo...

Gracias Miriam. Un placer tu visita.

Abrazos.