Nada más verla acercarse, la cogió de la mano y la arrastró detrás del mostrador de Coca- Cola. Ella intentó hablar, pero él le tapó la boca. Le bajó la malla violeta y entró en su cuerpo con un deseo olvidado después de tantos años de rutina. Se incorporó al dar los cuartos, con una serpentina sobre la cabeza. Subía la cremallera de su pantalón, cuando se encontró de frente con la otra mariposa. Dos cuencos de uvas temblonas en cada mano y el anillo brillando en el anular.
¡¡¡Que este año que comienza, recojáis todos una buena cosecha de relatos!!!