14/4/17

LO HUMANO


Tomada de la red


Conforme avanza la historia en su cabeza, yo tiemblo. Porque no quiero ser quien ella quiere que yo sea. Lo he intentado todo: distraerla, esconder mis pedazos en lugares diferentes para que no los encuentre, encender con un chispazo una nueva idea, pero no hace caso. Soy su obsesión.  En este limbo imaginario donde va cubriendo de carne mi esqueleto, cada día pierdo más sustancia como humano, me devoran las palabras y me convierto poco a poco en un ser que no reconozco;  y quiero pararla. Desaparecer sin más ya que no me deja existir como deseo. Así pues, se me ha ocurrido que es en el sueño donde puedo borrarme definitivamente, cuando mi endeble voluntad etérea le tuerza la suya, dormida en esta noche de llama insegura.
            Ahora que todo es silencio y respiración pausada, me demoro en actuar como había determinado hacer. Me pregunto, mientras dejo que las agujas del reloj se coman los minutos, siguiendo las órdenes del segundero, y los péndulos dorados se muevan al compás del avance inexorable de la noche hacia la madrugada, si de veras será acertado condenarme a no vivir. Imagino un vacío enorme, como esa boca de agua negra en la que anida la tormenta, y me entra un ahogo de pez fuera del mar. Me da por retomar mi decisión. Yo querría otra oportunidad. Me debato entre desaparecer o sobrevivir según ella me imagine. Y ya sé cómo lo hace. Tiene ese relato de terror dentro y quiere sacarlo a toda costa. Yo soy su pesadilla. «Soy malo porque soy desgraciado». Seré, pues, un monstruo desdichado. ¿Pero no es mejor ser barro que nada? Y es de la pluma de Mary de donde brotan las letras que me darán el soplo definitivo de vida. Amanece. ¿Acaso no es un deseo humano alcanzar la inmortalidad?

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