Imagen tomada de la red. |
Me atraía aquella casa comunal custodiada bajo la leyenda “Todo por la Patria“, por un forastero con gorro negro acharolado y capa verde oliva. Pero fue cuando descubrí que mi madre tuvo un novio guardia civil, que dejé a un lado a mi padre panadero y me hice hijo de cabo. En las ferias de los pueblos vecinos, me presentaba como tal y les contaba cómo él enchironaba a los cuatreros sorprendidos robando ganado y ponía multas y les quitaba las escopetas a los cazadores furtivos. Todos me admiraban. Al entrar en la Universidad, como estaba muy mal visto ser hijo de picoleto, abandoné a mi padre guardia civil y volví al panadero, pero cada vez que profería un insulto en las manifestaciones contra el Cuerpo, era como si insultara a mi padre y se me hacía un nudo en la garganta.
Cambiarse de chaqueta según convenga. Me ha gustado mucho. Te sigo y te admiro. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias y bienvenida, Beatriz.
ResponderEliminarAbrazos sin chaqueteo.
¡Qué sabor agrio me deja este personaje, Lola! Es de esos a los que me gustaría poder patearles el culo.
ResponderEliminarConfesado esto, aplaudo tu micro. Siempre logras que sienta y eso no hay dinero que lo pague.
Un abrazo,
Qué malo es actuar por miedo y no por convicción. Y que habitual.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mira qué suerte poder cambiar de padre según convenga.
ResponderEliminarPor cierto, me suena un montón esa catedral de la imagen :-)
Un abrazo, Lola.
Así es la vida de algunos. El que no tiene padrino no se bautiza, decían. Aparte de lo que dices, para mí que era hijo del guardia. Los panaderos siempre son buena gente.
ResponderEliminarPues nada, Pedro, dale un par de patadas virtuales.
ResponderEliminarEl miedo está ganando la calle, Carlos.
Seguro que la conoces, MJ.
¡Vete tú a saber, Ximens!
Abrazos para todos.
Os dejo unos días. Cuidaos mucho.
Me parece brillante la manera como defines al gran protagonista del micro y, a la vez, ausente: el padre. Una figura inquietante, y un acercamiento al concepto del mito. Un micro con una sombra muy alargada.
ResponderEliminarAbrazos, besos.
Al personaje de tu micro, Lola, por lo menos le remuerde la conciencia cambiar de chaqueta. Hay otros personajillos, que las hacen mucho más gordas y no se ponen ni"coloraos".Un abrazo desde "Los Sillones mirando a la Ermita,tomando el sol de mediatarde".
ResponderEliminarMucha sombra, Agus, proyectan todos los padres.
ResponderEliminarAsí lo veo yo también, Salvador.
Fantásticas vistas las que me describes.
Abrazos dobles.
Cambiar de camiseta según la ocasión, manosear la realidad, caminar sólo por la vereda del sol: tristemente cotidiano.
ResponderEliminarAbrazo sombreado, Lola
Una historia tan inocente como la vida misma: Miedo me da coincidir en la cena con el espejo.
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ResponderEliminarAsí es Patricia.
ResponderEliminarÉchale un trapo por encima, querida Eva.
Lluvia de besos.
Somos hijos de quienes somos hijos, nos guste más o nos guste menos más. Lanzar improperios contra ¨el Cuerpo¨ no está mal visto, sea el del padre o de la madre (ya que es mixto) aunque a veces te deje mal cuerpo. Gran Blog Lola. Te sigo.
ResponderEliminarAsí es Jose. Pero a veces ocurre que no es tan fácil encontrar tus orígenes y apechugar con ellos.
ResponderEliminarAbrazos a pares.