Fotografía tomada de la red. |
Cuando los cangilones de la noria salieron sin agua, mi padre miró desesperado los tomates, aún verdes en las ramas. Años sin lluvia habían secado los veneros y abierto la tierra en heridas profundas por las que corrían los lagartos.
Mamá restregaba la ropa en la tabla de lavar, dentro de un barreño, con jabón y agua del pozo, tan gorda que parecía leche cortada. Yo jugaba a que unas plumas de gallo, flotando en una cubeta de aluminio, eran personajes de “El Jabato” en una aventura en el Amazonas. Mi padre entró alterado en el patio y se puso a sacar agua del pozo. Iba a la huerta con los cántaros llenos y volvía con ellos vacíos. Así hasta que salió la zapatilla podrida, la botella de vino que puso a enfriar con una soga atada al gollete, y la muñeca rota que tiré en una de mis rabietas. Entonces sacó a mi Jabato y a mi Goliath de la cubeta y se la llevó también a la huerta. Prohibido jugar con agua.
Me gusta como el paisaje, la tierra, se erige en el verdadero protagonista del relato. Y su relación causal con la acción del hombre, que en este caso sirve para definir su condición. Hay un código secreto entre la niña y la naturaleza. Abrazos, besos.
ResponderEliminarQué dureza en la historia y qué riqueza en tu descripción. Imagino el dolor de ese padre, su desesperación...y el agua que no llega.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y sin llegar tan lejos: "con el agua no se juega", precisamente para no llegar allí. No sé si me explico.
ResponderEliminarUn besote
Los recortes, bien provengan del cielo o de los mandamases, acaban quitándoles el caramelo a los más débiles.
ResponderEliminarBesos.
De vez en cuando la naturaleza muestra sus heridas, Agus, las que nosotros a veces le hacemos.
ResponderEliminarLa sequía, sobre todo en Andalucía, hace muchos estragos, Carlos.
Luisa, la frase la escuché, como un tirón de orejas, en cierta ocasión.
El caramelo ya es un lujo, más bien el pan, Juan.
Besos a pares.
Tu relato me ha dado sed Lola, muy duro, muy bien contado y con un cierre que duele.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Excelente micro, Lola.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Estupendo, Lola, ya sabes que soy una de tus mayores fans. Siento la prosa poética que arrastra cada imagen de tu texto. Sequía en la naturaleza, abundancia en tu literatura.
ResponderEliminarAbrazos.
Las más de las veces, a quienes somos de este norte en el que no deja de llover, nos cuesta asumir el terror que puede causar la falta de agua.
ResponderEliminarFormidable micro, Lola. Una pieza en la que nos haces sentir la desesperación del personaje hasta el punto de producirnos angustia. Brilla tu elección de una voz infantil tan pegada al habla de la tierra.
Un abrazo y muchos aplausos.
La sequía, Rosa, arrastra hasta los juegos.
ResponderEliminarGracias, Mónica.
Con los colores subidos, Maite, y el pecho henchido, me has dejado. Gracias.
Desde el sur las cosas se ven de otra manera, Pedro. Gracias por tus elogios.
Abrazos a repartir.
El agua y las heridas profundas que nos hacen actuar en consecuencia, igual que a los personajes de la historia, y que lo condicionan todo.
ResponderEliminar¿Será que alguien nos quiere hacer creer que no hay agua para todos?
Abrazos
Será. Estamos en manos de los medios y estos al servicio de los manipuladores, Xesc.
ResponderEliminarAbrazos, muchos.
La crisis inmediata y ruidosa ya no nos permite escuchar el rumor de fondo de la gran crisis; más sequía, más inundaciones, más tornados, más tifones, más deshielo... son los rítmicos sonidos que hace la pala mientras vamos cavando nuestra propia tumba.
ResponderEliminarAcabo de ver al gato Lucas boxeando :-)
Lo has bordado, Alberto. Y con hilo fino y a la vez resistente.
ResponderEliminarAbrazos esperanzadores.