Les hago fotografías mientras Román distrae a las madres. Después mamá elige. “¡Ésta!”, dice muy animada, golpeando la cartulina con la punta deforme de su dedo. Se la traemos y ella se vuelca. Juguetes, ropas, consolas, lo que quiera a condición de no salir a la calle, de olvidarse de su madre. En cuanto se le pasa el llanto, se vuelve caprichosa, ingobernable, y hay que devolverla. Y otra vez, mi hermano y yo, a visitar parques.
Tremendo micro donde una extraña inconsciencia que profundiza el horror de lo narrado.
ResponderEliminarAl menos estas niñas regresan. Gracias por dejarme partir con este consuelo.
Un beso enorme
Me has dejado pensando... Me gusta como lo cuentas, con normalidad, pero tiene un poso triste,muy triste.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Me inquieta la ausencia del padre y el dedo deforme. Y no tanto el deseo de tener a la niña, sino de que ésta no crezca, y cuando esto ocurre, fuera, a por otra. Pese a que trazas unos personajes y una historia terrorífica, en el fondo todo es un gesto de amor, de infinita ternura. Buf, no sé, me haces darle vueltas a todo, una y otra vez. Genial, Lola.
ResponderEliminarAbrazos.
Lola, irónico microrrelato que pone en boga lo que se está destapando, el robo de niños. Lamentable, que la Iglesia, tan digna ella, participara en estos atentados.
ResponderEliminarMe gustó mucho, aunque hubiese preferido que sólo fuese ficción.
Abrazos comprometidos.
El dedo deforme y la ausencia de la figura paterna me hace pensar en una mujer de edad avanzada, enferma (tal vez artritis) y obsesionada con la hija que nunca tuvo. El padre habrá muerto y los hijos, adultos ya, tratan de aliviar la angustia de su madre.
ResponderEliminarNo sé. Así es cómo lo he entendido yo. Inquietante, en cualquier caso.
Un abrazo, Lola.
Menuda familia y qué bonitas las tardes en el parque. Me mata cuando dices eso de "ingobernable". ¡Mira quien fue a hablar, los angelitos!
ResponderEliminarUn beso, Luisa.
Uf! Esos hermanos que son cómplices de su locura, de paliar su necesidad no saciada de tener una niña... Y cuando la tiene (como hacen algunos padres) no repara en atenciones para que esté satisfecha, y luego no soporta tener una niña malcriada.
ResponderEliminarUn micro muy bueno e inquietante.
Un saludo.
Para mí este micro describe una situación horrible tan solo bordeándola, sin entrar en ella.
ResponderEliminarMe parece fantástico, Lola, genial.
Un abrazo,
Terrible condena la de los hermanos que se ven obligados a satisfacer esa sed de niña que tiene la madre. Tal vez así dejen de sentirse culpables de no haber sido ellos mismos esa niña que la madre esperaba. Tal vez...ay, qué angustia.
ResponderEliminarSí, Patricia, ellas regresan, eso siempre es un consuelo.
ResponderEliminarQue te lleven lejos de los tuyos por la fuerza siempre es triste, Rosa.
Es la ausencia del padre, la presencia enorme de la madre, la que da lugar a que este desvarío tenga lugar, Agus.
La Iglesia participa y oculta los crímenes más vergonzosos, Nicolás, como bien apuntas.
Yo creo MJ que lo has entendido muy bien.
¡Claro, Luisa!, esos señores son los gobernantes y las niñas unas díscolas que no se dejan gobernar.
En estos casos, Sara, lo aconsejable es que se compren unas muñecas, mucho más manejables.
Entrar en ella de lleno, Pedro, requiriría otro tipo de texto.
Araceli, le das una vuelta de
tuerca poniéndote en el lugar de los hermanos. Interesante deducción.
Puñado de besos para todos.
Hola, paso tarde... Pero quería decir que me ha impactado este cuadro tan complejo y austero. Es como la propia instantánea que forma parte del relato.
ResponderEliminarParece que estás trabajando las complicidades familiares, un tema monumental pero que abordas con cirugía fina. Un drama compactado. Muy bueno.
Abrazos
Tras leerlo, me has dejado un buen rato dándole vueltas, me intriga saber qué es lo que le ha causado este trastorno tan enorme que es capaz de robar niños para suplir su carencia, y lo que es peor, los hijos que son capaces de hacerlo por ella. Buf, he visto un gran corto en este micro, como thriller psicológico.
ResponderEliminarBesos admirados
No es aposta, Susana. Me salen relatos así de vez en cuando.
ResponderEliminarEsa es otra historia, Maite, que cada cual, si quiere, se tiene que construir.
Abrazos a pares.
Un relato duro, Lola, concuerdo con Pedro, has logrado lo mejor apenas bordeando el asunto.
ResponderEliminarUn cariño.
HD
Gracias Humberto.
ResponderEliminarPar de abrazos.
Me ha parecido durísimo tras una piel de normalidad. Comparto mucoh de los comentarios anteriores.
ResponderEliminarUn beso.
Me ha parecido una película de esas de la América profunda. Un madre con alguna enfermedad mental y dos hijos completamente dominados. Pero luego inspira ternura y por lo menos la cosa termina bien. Terrorífico. Un beso.
ResponderEliminarCompartir es vivir, Carlos. Al menos eso dicen.
ResponderEliminarEn los tiempos que corren, nos conformamos con el por lo menos, ¿verdad Mar?
Dos besos pareados.
También me hizo pensar en Oliver Twist. Una figura ominosa y omnipotente que maneja los hilos del mal a voluntad, de forma caprichosa, unos hijos que forman parte del juego para nutrir a la madre (qué imagen ese dedo deforme)de niñas y así escapar ellos(?)... ¿qué fue del padre? Inquietante.
ResponderEliminarUna forma de contar la historia con pequeños detalles magnífica.
Como siempre, bravo.
Es justo lo que pretendía, inquietar y dejar a la imaginación el resto.
ResponderEliminarAbrazos apaciguadores, Xesc.
Madre mía Lola,
ResponderEliminara mí también me consuela el final. Hay que devolverlas aunque no se dice a quién o dónde... qué miedo de caprichos por encima del bien y del mal. Estremecedor
Besos pensativos (muchos)
Supongo, Rocío, que ellos lo verían tan normal.
ResponderEliminarAbrazos agradecidos.
En este relato dibujas las pinceladas de un bodegón humano terrible, Lola. Inquietante familia. Muy bueno. Besos.
ResponderEliminarY pensar que haberlas haylas, Manu.
ResponderEliminarPuñado de besos.
A mí me pasa como a Agus, sé que esa descripción del dedo no es gratuita y me lleva a imaginar una familia enfermia donde los "chicos" ya no tan chicos aún viven con la madre y capturan niñas que luego nunca son de su agrado... Brrrr repelús que da....
ResponderEliminarEs como un cuento revisitado en versión Lola.
Bechos
Ya sabes Rosana, que reescribimos el mismo cuento desde distintos ángulos. O eso dicen.
ResponderEliminarAbrazos de osa.
Al menos no se la comen con patatas, ni ella se queda voluntariamente afectada por un síndrome de Estocolmo.
ResponderEliminarBesos sin foto.
Habrá que ver dónde has andado tú que vienes hablando de canibalismo como si nada.
ResponderEliminarAbrazos radiografiados para Alber.
Creo que lo más bestia del micro es la naturalidad con la que lo cuentas, Lola.
ResponderEliminarAbrazos, más.
Jope, muy fuerte. Esos niños sí que quieren a su madre.
ResponderEliminar"Hansel y Gretel" actualizado...
ResponderEliminarQué miedo da.
Besos para ti
Sí, suena un poco como tráeme un kilo de pescado, Miguel Ángel.
ResponderEliminarO le tienen miedo, Ximens, vete tú a saber.
Sobre todo si piensas que como esta familia puede haber unas pocas, Gemma.
Abrazos para todos.