Está dulce el tiempo. En hileras, los árboles pintan de verde y amarillo. Abajo, las máquinas han levantado el asfalto. Está caliente el día. Sobre el azul del cielo los pájaros mandan trinos al aire. A ras de suelo, el estruendo de las taladradoras reventando la tierra. Se oye el espanto venir. Más abajo, cerca del infierno, cinco años peleando. En los sótanos, nadie sabe del dolor. Pasa de puntillas la cordura y deja una cabeza y un cuerpo machacados. Dice, la madre, dice. Y los veladores de la infancia miran hacia otro lado. Está duro el tiempo. Invierno de adultos. Ella, maldita alma. Él, corazón tan negro. Amores perros que siembran semillas de cicuta entre las flores de la infancia. Y bajo la cabeza y miro mis zapatos manchados de gris en un día luminoso de inicios de la primavera. Sobrevive. Hazlo por ti.
"Amores perros que siembran semillas de cicuta entre las flores de la infancia". Esta frase me parece una obra maestra. Y el texto, con esa técnica de frases breves, que cortan como un cuchillo, y que apenas se conectan entre sí, distantes, me parece bestial para definir el sin sentido y el horror de esta lacra en la mente de un niño. Muy bueno.
ResponderEliminarAbrazos, besos.
Estremecedor, Lola
ResponderEliminarPor un momento tierno, y angustiante, y otra vez estremecedor.
La cordura anda de puntillas por el mundo. Y así vamos.
Un gran abrazo
"Semillas de cicuta entre las flores". Demoledor relato Lola. Enhorabuena!!!
ResponderEliminarBesos desde el aire
Lola, estoy con Agus, la frase es espectacular. Añado yo, que el micro, aunque de fondo duro por el tema, está escrito en clave de poesía.
ResponderEliminarEnhorabuena por la inclusión de Heridas en la Antología.
Un saludo indio
Qué congoja Lola. Este micro me ha impactado especialmente. Tiene frases que son puñaladas. Impresionante. Un beso protector.
ResponderEliminarFantástico, Lola. Con tu estilo y tu capacidad narrativa, tratas los temas del sentimiento como una verdadera maestra. Me ha encantado, la cadencia entre frases, cortadas, para crear ese efecto de detenerse en cada paso, de tragar y asimilar cada dato, cada imagen, indispensable para el lector y para la total comprensión y digestión de este texto. Felicidades.
ResponderEliminarEste micro, Agus, tiene unos años y surgió de un caso real de malos tratos. Un horror que me dejó noqueada por la frialdad con la que se llevó a cabo.
ResponderEliminarDa escalofríos, Patricia, cuando te llegan casos como éste.
Con una palabra:demoledor, lo has descrito muy bien, Rosa.
Indio, Agus siempre escoge la esencia de los relatos. Gracias por las felicitaciones.
Puñaladas, Mar, son las que se asestan cuando médicos, servicios sociales y demás personas y organismos no extreman el celo para que no ocurran, y lo que es peor, se repitan, como en este caso, los malos tratos.
Sí, Maite, hace falta tragar esa bola amarga de un relato que se las trae.
Abrazos agradecidos para todos.
Iba a destacar una frase pero al bajar la página he visto que Agus ya lo ha hecho. Este texto, desmenuzado como los sentimientos del niño, provoca una desolación tan grande como la imagen que la encabeza.
ResponderEliminarAbrazos Lola.
Ya lo creo que sí, Susana.
ResponderEliminarBesos dobles.
Cada vez me lo ponéis más difícil. El uso de frases tan contundentes hace que los puntos sean cambios de planos en esta secuencia fotográfica. Sí es cierto que el inicio tiene un aspecto poético. Luego aparecen las taladradoras. Hasta este punto creo que narras la infancia y quizás los años de bonanza matrimonial. Luego cinco años de tortura. No sé, ese "Dice, la madre, dice". Se me escapan cosas. Los veladores de infancia son los padres, pero si miran hacía otro lado es que son conscientes del daño que hacen, luego no me cuadra.. Cuando el narrador pasa a primera persona creo que es el niño. Luego salto de narradores. En fin, que me supera, pero poquito a poco aprenderé. Quizás es que no hay que entender todo. Esto me pasa por dejar de leer best-seller.
ResponderEliminarEste tema es siempre tan trágico. Y aún así, que bello describes el drama.
ResponderEliminarUn beso, Lola.
Lola, te he leído este micro antes?
ResponderEliminaro es que me meto en tu mente.
Decirte que me sigue gustando mucho: las imágenes, el contgraste entre el pasiaje exterior y el interior, el infierno en una casa.
Abrazos muchos
Ya te queda menos para librar
Lola, te he leído este micro antes?
ResponderEliminaro es que me meto en tu mente.
Decirte que me sigue gustando mucho: las imágenes, el contgraste entre el pasiaje exterior y el interior, el infierno en una casa.
Abrazos muchos
Ya te queda menos para librar
Joer Lola, el micro es excelente desde luego, pero he leído hasta el final y he visto "caso real" prefiero no decir más, esto sí que es sin palabras.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte
Ximens, creo que este es un relato más para sentir que para entender, así que no te agobies con narradores y zarandajas.
ResponderEliminarLo escribí con la rabia, Miguel Ángel, y bastante impotencia.
Claro que lo has leído, Ro. Cuando gané el concurso de microrrelatos Todos somos diferentes, incluyeron este micro también en el libro.
Cierto, Rocío, hay relatos que cortan el aliento y las palabras.
Abrazos a repartir.
Un texto muy bello para un tema muy duro. El dibujo que has elegido también me parece muy expresivo. Besos.
ResponderEliminarLo bello y lo feo, lo blando y lo duro, son las dos caras de la vida. Gracias Manu, por verlo así.
ResponderEliminarAbrazos amorosos.
Un taladro en el estómago, y cicuta en el corazón. Sabor agridulce de vivencias terribles contadas de forma magistral. Renglones que cortan las venas por donde un día la sangre bullía al pasar...
ResponderEliminarBesos.
Renglones que cortan las venas por donde un día la sangre bullía al pasar... No se puede decir más con tan pocas palabras.
ResponderEliminarUn abrazo de cortar el resuello.
Y el sol ilumina los días, sin templar el corazón de los malvados, ni dar consuelo a los recuerdos de ese niño.
ResponderEliminarEspectacular, Lola.
Un beso
Muchísimas gracias, Ana.
ResponderEliminarAbrazos bajo la lluvia.
For-mi-da-ble, Lola.
ResponderEliminarTan crudo que duele, aún después de haberlo leído muchas veces.
Me quedo con el nudo en la garganta y los puños cerrados de indignación.
Un abrazo.
Me alegra tu indignación, Pedro. Ojalá fueran muchos los indignados.
ResponderEliminarAbrazos solidarios.
No me queda mucho por decir, como a todos me ha impactado esa frase y al leer que es real no puedo más que desear que el tiempo le de al infancia que le arrebataron.
ResponderEliminarToda esta secuencia de imágenes superpuestas y en apariencia desconectadas, de belleza y quietud, fruto del amparo que regala siempre la naturaleza, vuelve más cruel si cabe el maltrato recibido.
ResponderEliminarRedondo, Lola.
Besos
Elysa, después de algo así, la infancia, si queda, huye despavorida.
ResponderEliminarLo que produce más terror (ahí has dado en el blanco, Gemma), son las barbaries en un entorno amable.
Abrazos a pares.