No debí subir a aquel vagón, pero el color champán de su vestido me atrajo como la luz a la polilla, y fui derecho al matadero. Me adormeció el olor del azahar del ramo de ella, el frufrú de sedas y encajes de los invitados. Una tras otra, las estaciones fueron quedando atrás sin que él apareciera. Me agarraron a traición. Cambiaron mi camiseta y mis jeans por camisa, pajarita y frac. Antes de llegar al final de trayecto, ya me habían casado.
Del alborozo del micro anterior al sentimiento de ahogo de éste. No das tregua, Lola.
ResponderEliminarMe gusta tu escritura directa y con su punto de amargor.
Un abrazo
La vida teje su red y nos atrapa poco a poco, sin darnos cuenta. Me recordó una pieza de Cortázar en la que el personaje enumera todo lo que le ha ido pasando en su vida para rematar con un "y entonces me convertí en todo aquello que nunca quise ser". Tu araña tiene la virtud de atrapar la metáfora de la vida y al lector. Excelente, Lola.
ResponderEliminarAbrazos, besos.
Bien, Lola. Y enhorabuena por la selección en el de abogados: es muy bueno. Suerte.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y porque no existen los hijos express... Genial.
ResponderEliminarUn abrazo
Una de cal y otra de arena, Gemma, sí, para no aburrir. Gracias, mi niña.
ResponderEliminarSí, Agus, la vida teje su red y en un pispás, como quien no quiere la cosa, te ves atrapado. Muy buen análisis. Como siempre. Gracias, mil.
Te agradezco que pases por aquí. Te agradezco que me desees suerte, Víctor.
¿No existen los hijos exprés? ¡Anda, pues yo estaba convencida de que también! Muchas gracias, Agustín por dejar tu mensaje.
Puñado de besos de finde.
¿Y ya no hay bajada? Qué hilos le han tejido.
ResponderEliminarLola, creí ver una araña en la esquina del monitor, jajajaja. (No me dan miedo las películas de terror, pero sí los documentales con animales mortales y pequeños.)
Abrazos.
Yo creo, Edgar, que el bicho más mortal que hay sobre la tierra es el que anda sobre dos patas.
ResponderEliminarBesos a pares.
Tu no aburres nunca, Lola, siempre zarandeándonos de un lugar a otro y nosotros encantados de que lo hagas.
ResponderEliminarUn beso mareado y feliz
Más maderaaaa
ResponderEliminarBesos, Lola
Me alegro, Luisa de no aburrirte. Gracias por pasarte.
ResponderEliminar¡Es la guerra! ¡Qué buenos los hermanos Marx! Gracias Tor, por echar leña a este fuego.
Besos a pares.
Cierto que la vida, de cuando en cuando, nos trata como a "hojas del arbol caídas juguetes del viento son..." y en una de esas acabamos en el despeñadero, como poco.
ResponderEliminarPara este viajero, olfato y oído exquisitos tan solo son excusas para que la indolencia le desnude y le remita, de punta en blanco, al registro civil... o al matadero.
Como a tant@s que podríamos hacerle de espejo.
Con perdón.
Cuando uno se deja arrastras, por convencionalismos o rutinas, empieza a convertirse en insecto, atrapado en una tela de araña. Besos, Lolilla.
ResponderEliminarEste microrrelato me sugiere la idea de la tendencia, que a veces se tiene, de responsabilizar a los demás de dónde y cómo nos encontramos en la vida, cuando son nuestras propias decisiones y actitudes las que nos han conducido donde estamos y no los otros.
ResponderEliminarYo creo que la vida teje su red, y nosotros con ella.
Un abrazo.
Ayy, pobrecito prota, Lola. No perdonas a nadie ;-)
ResponderEliminarBesos (de esos míos envidiosos, ya sabes :)
Veo que hay tres últimas entradas, Maite, Cora, Nenúfar, que coinciden en la esencia del microrrelato: que somos unos quejicas, que nos dejamos arrastrar por tal o cual situación o corriente o lo que sea y luego, si la cosa no nos va bien, le echamos la culpa al otro. Gracias por tan certero análisis.
ResponderEliminarRocío, sensibilidad a tope, no tengas miedo del tipo, generalmente siempre hay alguna posibilidad de escapar. Gracias, hermosa, por dejar aquí tus impresiones.
Y lluvia de besos domingueros a repartir.
Lo malo es que para cortar la tela tendrá que gastarse un pastón en abogados y procesos!
ResponderEliminarMuy bien tejido
abrazos
¡Que hubiese espabilado!
ResponderEliminarMil besos de fin de finde, Anita.
Jejeje... Así, sin darnos cuenta, a veces nos embarcan en las aventuras más trascendentales de nuestra vida.
ResponderEliminarMuy bueno, Lola.
Besos.
Nos embarcan, nos embarcamos, el caso es si estamos o no en el sitio elegido.
ResponderEliminarAbrazos, David.