Las mujeres llenaban el patio trasero. Cosían montones de ropa que rebosaban de las canastas. En silencio. Las niñas pasaban las hojas de libros y escribían en cuadernos. En silencio. Los hombres iban a las habitaciones, dejaban ojos, cócleas, pituitarias, lenguas y pieles sobre la mesilla y se echaban a dormir. Las mujeres abandonaban la labor y bailaban y cantaban hasta el amanecer mientras las niñas jugaban al corro y a saltar a la comba.
Me ha recordado ese dicho de "cuando el gato duerme los ratones juegan", o algo así. Me gustó mucho la forma de crear los dos ambientes.
ResponderEliminarSaludillos
Me parece una metáfora impresionánte y original sobre el dominio de los hombres sobre las mujeres.
ResponderEliminarUn beso, Lola.
Algo así, pero con personas. Gracias por pasarte.
ResponderEliminarBuena visión del micro, Tor. Gracias por dejarla aquí.
Par de besos a repartir.
Y es que tiene que ser un alivio saber que esta noche habrá tregua.
ResponderEliminarLo malo es que mañana lo mismo no vuelven tan cansados y no hay cante.
Muy bueno. Un besazo.
Yo creo que este relato define perfectamente la figura de la mujer. Su esencia. Y su manera de afrontar la vida. El título me encanta. Y la imagen está tan bien descrita que incluso he podido ver como los hombres desfilaban cabizbajos y ellas los miraban de reojo, esperando que el último cerrara la puerta. Me quito el sombrero y bailo.
ResponderEliminarAbrazos, besos.
Siempre impecable Lola, con sencillez y cariño. Me viene al pelo una anecdotilla, si me permites: hoy unos clientes nos han llevado a tomar algo a un bar en el que -atención- la puerta del aseo de los chicos la identificaba una enorme foto de un lobo y en la de las chicas había una imagen muy bonita de una cabra montesa... el dominio, como dice Tor, o la caza. Perdona el rollo, es que me ha parecido una casualidad "comentable". Hay que saber verlo y para eso, hay que saber mirar. Estupendo, guapa.
ResponderEliminarBesos (ya desde casa, por fin).
Rocío
Te leo y me imagino dos cuadros: en el primero percibo un ambiente medroso, encogido, silente..., en el otro observo el gozo de poder disfrutar de las cosas sencillas de la vida sin prevenciones. Me quedo con el segundo.
ResponderEliminarEs estupendo deleitarnos con los pequeños placeres de la vida cotidiana como, por ejemplo, la lectura de un buen relato.
Gracias, por los momentitos de placer.
Un abrazo.
Los hombres siempre vuelven cansados, Juan. Para resistencia, la de las mujeres. Lo has clavado.
ResponderEliminarMe gusta cómo imaginas a los hombres, cabizbajos, y a las mujeres mirándolos con el rabillo del ojo, Agus.
Habría que fijarse más en los cartelitos de los servicios, Rocío, hablarían de la mano que los puso. Buena aportación. Y me alegro de que estés de vuelta.
Besos a repartir entre el trío.
Gracias a ti, Nenúfar, por dejarme esta visión tan perspicaz.
ResponderEliminarBesos al cubo.
Un surrealismo existencial y liberal tremendo, Lola, excelente texto una vez más. Besos.
ResponderEliminarQué precioso, y preciso, modo de dejarnos al descubierto. En toda sociedad, en toda familia, está el que debe esperar su turno. Y aún así no se queja, y aún así disfruta, y aún así se las arregla para llevar adelante una vida sin amarguras.
ResponderEliminarUn abrazo Lola
Gracias, Maite. Liberarse de cadenas no siempre es una ruptura completa, a veces hay que ingeniárselas para ganar tu espacio de libertad sin morir en el intento.
ResponderEliminarPatricia, tú lo has dicho: las mujeres esperan su turno para ser ellas mismas.
Besos lluviosos a repartir.
Preciso el dibujo del ambiente. Me impresionó el desnudamiento orgánico de los varones.
ResponderEliminarAbrazos fuertes,
PABLO GONZ
Gracias, Pablo por impresionarte ante el desnudo.
ResponderEliminarBesos, todos.
Además del fondo de lo que cuentas, creo que es inmejorable la forma de contarlo. Según lo leía, iban apareciendo los personajes. Magnífico.
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias, Miguel. Es lo mejor que le pueden decir a quien escribe, porque a un relato lo hace bueno el cómo no el qué.
ResponderEliminarAbrazos de media mañana.
El silencio de la paz en calma... de los juegos. Del sabor de la niñez...
ResponderEliminarPasé a saludarte y a desearte un buen fin de semana.
Saludos y un abrazo.
Hola, Antonio. Gracias por pasarte a saludar.
ResponderEliminarAbrazos de finde.
Me alboroza mucho pero mucho este microrrelato, que me encanta vamos.
ResponderEliminarPues no veas cómo me alboroza a mí encontrarme con una clásica visitadora del blog, mi R.A. de toda la vida.
ResponderEliminarBesos.
Mil.
Curativos.
Con tanta ropa, yo imaginé pasarelas. Gran ambiente, Lola. Las mujeres y sus magias. <3
ResponderEliminarAbrazos nocturnos.
Sí, hay un gran ambiente en esas mujeres y niñas llenando un patio de alborozo.
ResponderEliminarBesos diurnos, Edgar.
Miro esta miniatura en blanco y negro, colgada sobre la chimenea de una casa de labranza que guardo entre mis fantasías, y me haces sentirme niña que lee y baila al son de sus mayores.
ResponderEliminarDesasosegante descripción del mundo masculino, desnudo hasta la ceguera... junto al gineceo.
(¿Sabes de que me estoy acordando ahora mismo? del champán, del fru,frú, del olor del azahar...tan reales)
Me pregunto cual será el próximo "palo" que vas a tocar con esa sesera mágica.
Que veas con tu imaginario lo que ocurre en este relato, es todo un logro. Gracias, Cora.
ResponderEliminarEl próximo palo puede ser un palo. Ya veré.
Besos redoblados.
Muy sensorial, como siempre, Lola. Si no recuerdo mal, ya te he leído varios micros en apariencia costumbristas, pero que esconden algo más. No me digas por qué, pero me ha recordado a La forja de un rebelde. Abrazos
ResponderEliminarUna comparación apabullante. Muchas gracias, woody.
ResponderEliminarAbrazos triples.