El señor Matías es el
mejor maestro pastelero del mundo. De sus manos brotan, como por arte de magia,
las mejores creaciones con que puedas soñar. Una caracola, no es una caracola,
es una casita habitada, brillante y dulce, que da pena comerse, pero que acaba
desapareciendo de la cocina. Un cuernecillo que arrancan los dedos del bebé, un
pellizco de papá en una esquina … Bambas con formas como ostras y perlas de
chocolate puro; troncos con ojos y boca que cagan garrapiñadas; peces con
escamas brillantes de colores; angelitas con fuego de merengue en sus alas y
caramelo rojo y amarillo como llamas redentoras en espadas doradas.
Con todo, lo mejor del
señor Matías son sus figuras de mazapán. Todos los años expone sus creaciones
en el escaparate de su pastelería: el mejor espectáculo para personas de
diferentes edades. A veces, niñas y niños nos damos empellones, agolpados en la
acera, por coger un sitio preferente desde donde poder ver bien, y tiene que
salir él a poner orden. Reproduce escenas del barrio con mujeres, hombres,
niños y animales de mazapán con el detalle y la exactitud del orfebre moldeando
el hierro. Solo que él lo hace con amores de almendra molida, azúcar, agua,
clara de huevo y horno de leña. Viste
sus figuras con abrigos, gorros y botas hechos con hojaldres, galletas y tejas
finísimas. Y siempre, siempre, está su hijo, con la misma edad, asomando detrás
de un pozo, o un árbol, escondido pero muy presente.
A la señora Aurora, con la
salud delicada que aconsejaba prudencia, fue a quien se le ocurrió. El señor
Matías aceptó el encargo y puso un gran cartel ofreciendo sus servicios para
quien quisiera seguir los pasos de la señora Aurora. A todas las personas de
nuestro barrio nos pareció una buena idea. La campanilla de la puerta de la
pastelería estuvo sonando a diario, con las entradas y salidas de la vecindad,
durante todo el mes de octubre, noviembre y parte de diciembre. Un tintineo que
se colaba por las ventanas y nos alegraba la vida.
Este año se ha superado. El
señor Matías ha hecho la exposición más bonita y espectacular de toda su
historia. Familiares y allegados de cada vivienda llenaron el escaparate con
ampliaciones que tuvo que ir añadiendo para la ocasión y que acabaron ocupando
toda la pastelería. Para el veinticuatro cada cual fue retirando su pedido y
llevándoselo a su casa.
Estas navidades, tíos,
sobrinos, primos, cuñados, abuelos, nietos y vecinos solitarios nos han
acompañado como siempre, aunque de otra manera: sentados alrededor de una mesa
más pequeña, en sus sillitas de azúcar y almendra. Y sí, lo confieso, no ha
sido el bebé, he sido yo quien se ha zampado de un bocado media boina del tío
Alberto.
Unas figuras de mazapán con mucho corazón.
ResponderEliminarUn abrazo y felices fiestas.
Otro abrazo para ti y que pases bien estos días.
ResponderEliminarA mi, una familia así no me duraba todas las Navidades, je, je.
ResponderEliminarExcelente como siempre Lola. Un abrazo y feliz año.
Figuras no aptas para las personas golosas, sí.
ResponderEliminarGracias por pasarte y comentar.
Un abrazo y feliz año también para ti.