Tomada de la red |
Este
año se ha puesto de moda veranear en el Lago de Los Niños Dormidos. Los más
pudientes corren a hacer sus reservas para un mes; los de menor fortuna se
conforman con unos días. Los precios se dispararon cuando se corrió la voz
sobre las propiedades inmunológicas y curativas de sus aguas. Todos regresan
con un aspecto muy saludable y energías renovadas.
La
historia de cómo se formó el Lago es harto conocida por todo el mundo. Como
consecuencia del aumento de grados de temperatura con el cambio climático, toneladas
de nieve derretida se precipitaron desde las cimas de las montañas y anegaron un
campamento de verano para menores inmigrantes. Niños sumergidos y nadie que los
reclamara. Niños enterrados en papeles. Que si tú, que si yo, ningún organismo
oficial los sacaba. Están felices ahí, decían unos. Se les escucha jugar,
decían los más fantasiosos. No hay prisa, apostillaban otros.
No
se sabe quiénes fueron los primeros en proclamar los efectos del baño. Unos y
otras dicen que cuando se sumergen en el Lago, los niños despiertan, suben hasta
los pies de los bañistas, les hacen cosquillas, ríen y sus salivas curativas se
mezclan con las aguas. Eso dicen. Y todos regresan con mucho brío, sin mascarillas,
sin distancia de seguridad. Con la insolencia del rebaño, aseguran que ahora sí
que sí, son inmortales.
un relato conmovedor y lleno de imaginación. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarMuchísimas gracias.
ResponderEliminarUn par de abrazos.