27/8/19

DENTRO

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Tomada de la red.


Había sido una noche dura en el centro de Madrid. Los del GRUME trajeron a una  romaní al Centro de Menores. Tendría alrededor de dieciséis años. Los educadores de la noche se hicieron cargo y, siguiendo el protocolo de aislamiento, la llevaron al Nido: un par de habitaciones con cuatro camas, un baño y una salita. Le retiraron el móvil, recogieron sus pertenencias y le proporcionaron un pijama de la ropa comunitaria. Al día siguiente, cuando Nuria fue a llevarle el desayuno, encontró su cuerpo, aún caliente, con un golpe en la cabeza.
Después del levantamiento del cadáver y el lógico revuelo de chicos y chicas, la vida retomó su pulso habitual en el Centro.
Durante el recreo del día siguiente, el guardia jurado rumano que admiraba al Empalador, se acercó a mi banco.
  Chica mala—sentenció.— Nadie la reclama. A nadie interesa una investigación.
    Chica mala—corroboré.

La ñeta había comenzado una pelea con la latín king. Un día de estos, una de ellas amanecería destripada.

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