Tomada de la red |
Te lo dije, te dije que
me pasaba a la competencia. Mejores condiciones laborales en el nuevo bufete de
abogados. Pero no quisiste creerme. Decías que no daba la talla.
Me asignaron aquel caso tan importante y fue mi gran victoria. No lo supiste
encajar y, a mi pesar, tuve que dejar nuestra casa. A bocajarro, así me
abordaste, a la salida del ambulatorio, mientras me ocupaba de contener con un
algodón la sangre tras la extracción para un análisis. Comunicar conmigo a
través de mensajes al móvil, era imposible. Te los escupía, dijiste. Ahora
afirmas que estoy en casa. Pero aquí no puedo ni rebullirme, mezclada con todas
aquellas brillantes colegas desaparecidas. Sí, claro, reconozco la repisa de la
chimenea sobre la que nos tienes metidas en esta urna, adornando el salón, pero
esto no es vida. O muerte. Lo que sea, Alberto, lo que sea.
Me ha impresionado esta voz ya sin voz. Me gusta mucho con que aparente sencillez comienza esta tragedia. Podria ser parte de una novela con asesino en serie, si no fuera tan real, de un cada dia que estremece.
ResponderEliminarEnhorabuena, Lola.
Muchas gracias querida Cora.
ResponderEliminarAbrazos flojitos por la calor.