Has ido demasiado
lejos, Rosalía. ¡No, no quiero que te enfurruñes! No digo que no tengas tu
parte de razón, que seguro que la tienes, pero no puedes hacernos esto a tu
madre y a mí. ¡No, no puedes! No aprietes los labios. Sí, los estás apretando,
que lo sé yo. Desde que eras una mocosa siempre tan peleona, tan…sí, Rosalía,
sí, tan testaruda. Que decías por ahí meto la cabeza y ya lo creo que lo
hacías, aunque te quedaras atascada en el agujero del muro de adobe del patio.
¿A que te acuerdas? Tuvimos que agrandarlo con un mazo para que no te
asfixiaras. ¿Y de aquella vez cuando le devolviste la bofetada a doña Paquita?
¡Que tuvo tu madre que hacerle una visita nocturna a don Julián para que no te
expulsaran del colegio, Rosalía! No das tregua. Porque a ti te gusta la novedad
y por ahí te enganchan… No, no, no quiero decir que esto sea una novedad ni
mucho menos. No te enfades que se te está poniendo un color de cara espantoso.
Pero ¡eso de ir al cementerio con tus amigos y amigas- ¿ves? no me olvido de meter
el femenino- con botellas de cerveza y ron...! ¿Qué?, bueno, bueno, era alcohol al fin y al cabo. Y
comida por llamar algo a lo que coméis los jóvenes hoy en día. ¡Vale, que no,
que no voy a empezar con discusiones! Hoy, no. Pero estarás conmigo que utilizar
como mesa la lápida de la familia Molina- tan querida en el pueblo- fue un
sacrilegio. ¡Había que ver cómo lloraba doña Francisquita!
Ya estoy de vuelta. Sólo unas pocas migas con torreznos y
chorizo. Eso es lo que he comido, sí. ¿Que tengo el colesterol alto y no me
viene bien? ¿Tú no haces lo que te da la gana?, pues yo también. Te he
preparado granada con naranja, que sé que te gusta. Yo, no tu madre, yo. ¿Te
das cuenta? ¡Anda, déjalo ya! ¿Si tienes razón en lo del machismo?, claro que
la tienes. No, no lo digo para que me hagas caso ahora, pero debes comprender
que son muchos años…¡Que sí, que son siglos! En estas circunstancias y sigues
tan puntillosa como siempre. El viaje, ese viaje a un campamento de jóvenes te
cambió totalmente. Aunque antes ya habías hecho alguna cosa, como aquella vez que
te plantaste ante la puerta del cuartelillo donde estaba detenido el Niño de
Perea por haberle dado una paliza a Eduvigis que casi la mata. Tú sola gritando
que salga el cabrón que le voy a quitar las ganas de pegar a las mujeres. Me
llamaron para que fuera a buscarte. Y bien que te resististe a volver a casa.
Un mes con sus treinta días estuviste sin hablarme.
Están cayendo las sombras en el chaparral, Rosalía, hija.
Ya se ve venir la noche de las ánimas, y aún sigues ahí tumbada. Anda,
levántate de ese ataúd que encargaste a Pepe el carpintero y, por una vez, da
tu brazo a torcer. Es mala combinación la estadística con tu cabezonería y la
lucha feminista. ¿Lo he dicho bien? Sí, lucha feminista.. Que mueran más
hombres que mujeres en el pueblo no es
razón para que decidas sacrificar tu vida por aquello de… ¿cómo era?, sí eso de
la paridad. ¿No ves que es un disparate? Mira, hoy he escuchado en las noticias
del telediario que en México mueren muchas mujeres a manos de desalmados que
luego las entierran en el desierto. Seguro que son muchas más que hombres, ¿
matarías mexicanos para equilibrar la balanza? ¡¡No, no he dicho nada!! ¿A
dónde vas Rosalía, hija? ¡¡Vuelve, no le des más disgustos a tu madre!!
Qué bonito te ha quedado Lola. Ojalá haya suerte.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Gracias, Nani. Me alegro de que te haya gustado.
ResponderEliminarPar de abrazos.
Y si en vez de aplaudir este monólogo paterno lleno de sensatez y angustia, voy y te digo: Sembrada: Estas sembrada.
ResponderEliminarSin tu permiso, me llevo la la "Rosa" de esta criatura indómita, para que me acompañe cuando me crujan de las neuronas por el fracasa de otra mas.
Que menos que un abrazo!
Mil gracias y mil besos querida cuña.
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