Debajo de mis
párpados cerrados.
Ahí resides y
vienes a buscarme cada noche.
No sé si hay un hueco infectado,
en este saco de
huesos,
que sostiene mi
cuerpo descarnado,
donde reside el
dolor palpitante y sin tregua.
O es un todo que
agota el soplo de vida.
Entierro la espada de la ira debajo del jergón
donde anidan los parásitos.
Debajo de mis
párpados cerrados
se expanden
soles, lunas y planetas.
En el centro de
mi universo reinas tú.
Cuando nuestras
miradas se cruzan
de paso por el
patio, cada uno a su destino,
los ojos
hundidos, la boca en una línea amarga,
se transmutan en sonrisa de esperanza y luz.
Exigirle a
nuestro cuerpo agotado que aguante,
un nuevo
amanecer, día a día.
Acercarnos a la
salvación y el reencuentro.
Cada uno desde
su determinación.
Arañaremos los
minutos, los segundos de vida.
Le ganaremos la
batalla al tiempo del terror.
Y nos fundiremos
en un abrazo.
Nunca más
separados por alambradas.
Esperanzador dentro del horror.
ResponderEliminarUn abrazo, Lola
Siempre militante. Siempre
El amor que da fuerzas, querida Cora, para no tirar la toalla.
ResponderEliminarAbrazos cálidos.