Tomada de la red. |
PLACERES
Elías guardaba en la memoria la historia gráfica del rey
Salomón y las dos mujeres que reclamaban la maternidad de un niño. Su sabiduría
consiguió adoptar la decisión más justa. Cuando fuera mayor, como no podía ser rey,
sería abogado. Después llegó
el eclipse total y se fundió en negro la panorámica del mundo que lo rodeaba.
Entonces su madre le dijo que la Justicia era ciega y Elías retomó su vocación.
Lo contrataban mucho para la defensa de familiares de víctimas de viudas
negras. Ganaba siempre porque no sucumbía a los encantos visuales de las
féminas. Hasta aquel día en que la mujer se introdujo con él en el ascensor y,
cogiéndole las manos, las guio por las curvas de su cuerpo. La Justicia será
ciega, pero conserva el gusto, el oído, el olfato, y sobre todo, el tacto,
dicen que murmuró satisfecho, cuando perdió su primer caso.
Como me gusta esta historia tan irreverente como divertida.
ResponderEliminarEnhorabuenísima, Lola.
Me alegro de que te lo hayas pasado bien leyéndolo.
ResponderEliminarUn abrazo refrescante, querida Cora.
Genial, mi Lola, genial. A ver cuándo nos sorprendes escribiendo algo malo. Besitos grandes, grandes.
ResponderEliminarEso es porque me lees con mucha benevolencia, Victoria.
ResponderEliminarBesos a pares.
Eres buena y punto.
ResponderEliminarUn abrazazo, Lola mía.
Un abrazo con sabor a mar desde Lekeito, mi niño.
ResponderEliminarme encanta como escribes Lola. (Analía)
ResponderEliminarMil gracias, Analía.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.