Nunca supo en qué instante ocurría cada pérdida. Tampoco
habría querido saberlo. El llanto con que entró en la vida. La primera risa. La
voz infantil. El gesto de limpiarse un beso de la tía Maruja. El vozarrón de
adolescente. La fiereza de la mirada cuando sorprendió a la madre revolviendo
sus cosas en su habitación. La mano cerrada y el labio mordido, para controlar
las lágrimas que se desbordaban, al romperse el brazo. El limbo en su expresión
y la sonrisa boba cuando se enamoró de Laurita. Su andar elástico como si fuera
a tomar impulso y saltar en cualquier momento. Todo se lo llevó el olvido. Y
ahora sólo le queda un chaval, su chaval, como una estatua de cartón, dentro de
una cartulina sepia.
Jo, pues debería de saber cuando o como se produce cada pérdida, es importante.
ResponderEliminarBuen micro, buen final
Como no lo grabemos... Si te paras a pensar, años de vida y los resume tu memoria en unas líneas.
ResponderEliminarAbrazos, muchos, Luisa.
Se quema la cartulina, y en paz. El tono sepia arde bien.
ResponderEliminarMagistral, como siempre, compañera.
Concentras toda una vida en flashes rápidos de la memoria, parecen fotogramas, al final siempre hay algo que sobresale sobre todo lo demás.
ResponderEliminarMe gustó.
Un abrazo.
¡Ay, pero con la cartulina ardería todo o casi todo el recuerdo, Amando!
ResponderEliminarLa vida se resume, Yolanda, en flashes, donde destaca lo que más importancia ha tenido para ti.
Abrazos a pares.
De este texto, Lola, me quedo con dos cosas: el recorrido que haces por la voz, el gesto, la mirada… del muchacho muerto (que conforman un esbozo de su vida) y con la pena de esa madre aferrada a la imagen antigua de su chaval, como el último asidero frente al olvido.
ResponderEliminar“años de vida los resume tu memoria en unas líneas”. Escribes en uno de tus comentarios. Estoy tan de acuerdo con esta idea que solo quería decírtelo.
Abrazos.
Te agradezco tu paso por aquí y tu comentario esclarecedor. Mucho más ese estar de acuerdo con la idea.
ResponderEliminarAbrazos, muchos.
Bellísimo y demoledor.
ResponderEliminarTan real que me he sentido esa madre y no siento ganas de seguir.
La esperanza está en salir de este mundo virtual que me ahoga en este momento.
Sin palabras. Porque también duelen.
Es duro, sí, querida Cora. Y puedes escapar y volver cuando te recuperes.
ResponderEliminarAbrazos a miles.